Por Georgina Herrera
Cuando hace unos años se estrenó mi obra de Teatro Penúltimo suenyo de Mariana, entre las preguntas que me hicieron, en medio de la emoción, fijé esta. ..»¿Por qué Mariana?» Miré a la ppersona que me la hacía como si se hubiera creado entre nosotros dos una distancia insalvable. Solo respondí que no podía ser nadie más. Otro poco de distancia la puso la otra persona y ya el espacio entre los dos fue demasiado grande.
Pero ahora que, según rumores, esta mujer, a la que le debo todo, puede correr el riesgo de ser canonizada, estoy al borde del llanto por la ira y la impotencia. . Parca en palabras, digo…»MARIANA NO». Siento que me la ofenden, y voy a defenderla.
Mi deuda con ella es de esas que nunca se pagan totalmente. Tuve dudas, estuve a punto de creer lo que no era.
Cuando era pequeña oía contar historias sobre Mariana. Se decía que echaba de su casa a las mujeres que iban a llorar la muerte o la gravedad de algunos de sus muchos hijos. Y en esos trajines de curar o enterrar a uno de los suyos andaba siempre. Eran muchos, una legión de jóvenes heroicos alzados en los montes orientales, no dando órdenes a los soldados, sino cumpliendo ellos mismos con el deber que el corazónde esa madre irrepetida.
Digo una vez más que en esos trajines de amor y guerra a su modo andaba, y, a través del tiempo, a mi llegaban voces distintas contando como era. Había una intención hasta de elogio mal interpretado que no le hacía bien a nuestra heroína, porque se sabe, cuando la maldad se vale de la ignorancia, como decir las cosas para imcomprender la intención de una mujer que se negaba a ser una llorona tradicional. Poco entendimiento y valorada como malagradecida podía ser, a veces, el resultado de sus acciones. Doña Mariana no tenía tiempo para llorar sus muertos y heridos porque había que darles sepultura y sanar a quienes se pudiese. Además, dónde hallar espacio suficiente para que se formaran los ríos de su llanto numeroso. Doña Mariana se quitó el derecho a llorar para que no hubieran tantos ríos impidiéndole el paso a los mambises.
Ahora resulta que está intacto el cuerpo de la mujer que sintió penetrar por él, hacia su corazón, cada bala que maltrató el cuerpo de cada uno de sus hijos. No hay un sitio en mi cuerpo que no se estremezca cada vez que recuerdo e imagino los dolores del suyo
Así que hay posibilidad de gestionar y obtener la canonización de esta séñora que, hace unos meses, en el día de su nacimiento, cuando la mencionaron, por no hacerlo como se debe y merece, la llamaron Madre Mayor. ¿Qué significa eso, es un elogio una ofensa? ¿Es que hay madres de otros tamaños, enanas, por ejemplo?.
Por favor, esa señora ya tiene, como altar, todas las montañas de su región indomable, e iluminada está por el sol que para ella, no dejará de salir nunca.
Por favor, no toquen a MARIANA… No la toquen…
Georgina Herrera,
Octubre 5 del 2011.
Imagen: elr
Pues a mi Mariana me resulta un poco, no se, incomprensible? Eso de empinate me recuerda las fotos de esos niños africanos con el arma en la mano. No se, el patriotismo termina donde comienza la infancia, digo yo…
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