Dice la gente sabia que no existen las casualidades. Yo, que toda mi vida he sido una mujer muy tozuda, tuve que aceptar, desde hace ya un tiempo, que aunque no haya premeditación alguna, los hechos, tal y como tienen lugar, son obra del destino, el Universo o como quiera que se llame, instancia que se empeña en mostrarnos que hay causalidades no así casualidades.
Que el 20 de octubre, Día de la Cultura Nacional, en el marco de las actividades por el 25 aniversario de la AHS, se haya presentado un libro polémico sobre los acontecimientos relacionados con el Partido de los Independientes de Color, el único conocido en Cuba que tomo la pertenencia racial como el motivo de lucha política, no me parece para nada un hecho fortuito ni desconectado de otro eventos que suceden ahora mismo en la sociedad cubana.
La realidad es que quienes estamos luchando en contra de las desigualdades, las que lamentablemente en muchas ocasiones tienen cara negra, no podemos recibir con complacencia un volumen que al examinar tales acontecimientos más que polemizar decreta la impertinencia de los objetivos de dicho partido político.
El volumen en cuestión se titula La conspiración de los iguales y está signado por Rolando Rodríguez, abogado y acucioso investigador de la historia nacional, quien afirma, desde el mismo prólogo del libro, que aquello fue “un alzamiento erróneo”.
En estos momentos, quienes estamos celebrando el Año de los Afrodescendiente, — que ya somos más que 44—, vindicamos a esas personas que vieron en la equidad racial un valor alcanzar por la nación. Muchas de ellas murieron por tener mucha melanina en su piel, del mismo modo que, 40 años antes, sus ascendientes esclavizados fueron obligados a dejar sus vidas en su África negra.
Ni las personas más eruditas y sensibles logran advertir que la unidad no se verá mancillada por reconocer que tenemos una sociedad racista, aun hoy, casi 100 años después de la masacre del 12, sociedad que no nos place y que nada tiene que ver con el proceso revolucionario que pretendemos construir.
No se de que unidad estamos hablando cuando hay sectores de este país completamente desconectados de lo que en determinados estratos sociales sucede.
Si la unidad precisa que todos acojamos en nuestro seno lo peor de la sociedad cubana, entiéndase, discriminación de cualquier índole, exclusión, desventajas sociales, no quiero yo eso para mi Cuba.
Este país, este proyecto es también es de los negros, los homosexuales, los orientales, los discapacitados, en fin de todos los cubanos y cubanas.
No nos equivoquemos otra vez.
Por suerte, o más bien porque le destino así lo quiso, el 21 de octubre fue presentado el segundo capitulo de 1912. Voces para un silencio, documental de la comprometida Gloria Rolando.
Recuerdo el instante en el que el organizador de Afro.doc, espacio de Casa de las América que presenta en formato audiovisual las contribuciones de los afrodescendientes a la cultura americana, le propuso a Gloria presentar esta obra.
Esta cineasta, dedicada por muchos años a investigar sobre este asunto, nos ha permitido acercarnos con agudeza y dolor a la masacre, sus antecedentes y otros acontecimientos conexos.
No hizo falta enarbolar banderas ni tornar la palabra apresurada, cuando la presentacion del libro, el día de anterior, la sorpresa acalló a muchos. Gloria habló por nosotros.
Es más, los Independientes hablaron por ellos mismos.
Es una obra perfectible, pero verídica y pertinente. Nos devuelve una parte de nuestra historia que nos ha sido escamoteada, tergiversada, silenciada…
El universo sabe lo que hace. Nos dio una de sal y otra de azúcar.
Más de 44 personas, me atrevo a decir que todos quienes estuvimos en la presentación del documental, se lo agradecemos.
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