En Cuba, cuando no queremos llamar las cosas por su nombre, inventamos un término. Así surgieron “periodo especial” por crisis económica, “disponibilidad” por desempleo, etc. quizás el que sea el invento más reciente, “café con sucedáneo”, aun nos saca más de una sonrisa.
Otra conducta en este mismo sentido es intentar minimizar un fenómeno y ahí me salta a la vista el uso del término “prejuicio”, aún más cuando está relacionado con las relaciones raciales.
De este modo, cuando alguien quiere suavizar la discusión en torno a la existencia del racismo en Cuba, empieza por aclarar que en nuestro país lo que existen son prejuicios, como si al ser estos (y no otra instancia del imaginario popular) se disminuyera el peso real que tiene la discriminación racial en el país.
Prejuicios, estereotipos, creencias, actitudes, y hasta etcétera, todos son maneras distinguibles que se articulan para dar cuerpo al racismo y la discriminación racial en Cuba.
No hay mayor condensación de una manera tradicional de pensar que los expresados en las valoraciones anticipadas, (los prejuicios) compartidas por una sociedad casi por entero.
Así que ya sabemos, los prejuicios racistas (y/o raciales) que son parte de nuestro imaginario social, son la genuina evidencia de la existencia de la discriminación racial en nuestro país. Que no nos quepa la más mínima duda!
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