Esta tendencia de adjuntarle el prefijo post a determinados términos, y con ellos querer evocar el placer de ciertas vivencias, la descubrí leyendo a Juany. Y me seduce. Lo confieso.
Entonces, este es mi porno-post. Con eso quiero evocar el (dis)placer —tampoco las pelis pornos conllevan ineludiblemente al orgasmo—, que me provoca un hecho tan cotidiano para las mujeres como menstruar.
Mi útero se “ensangrenta” desde los mis 14 años, momento a partir del cual comencé a lamentar aquella semana que me atrapaba en mis entrepiernas y el baño y me hacía cambiar mi postura al caminar.
Ahora, a mis casi 39, he cambiado la manera de ver el proceso que me recuerda la (aun) utilidad de mi útero (¿será que ambos términos tienen el mismo origen etimológico?). El camino espiritual que por estos días sigo, la terapia energética, me ha propuesto convivir de manera armónica con mis reglas, al punto de que ya no las describo como terribles y molestas, como solía referirme a ellas, sino solamente como “abundantes”.
Al mismo tiempo he descubierto que cuando menstrúo aumenta mi libido. Con anterioridad, con tanto lamento no me había percatado de que al mismo tiempo que mis hormonas se remueven y provocan ciertos cambios emocionales, también me aumentan mi energía sexual.
Así, entre quejas y suspiros, comienzo esta semana.