Por: Anabel Mitjans Alayón
En el Caribe y en la zona sur de Estados Unidos, el Noroeste de Brasil y el norte de América del Sur1 se desarrollaron culturas con una gran presencia africana, las cuales emergieron de la interacción entre las mujeres y hombres esclavizados provenientes del continente africano y europeo. Las culturas que devinieron de estas interacciones se han caracterizado por la explotación de las personas negras y mestizas.
La civilización occidental, emergente en el Nuevo Mundo, se cimentó bajo la existencia de un ejército de trabajo esclavizado, que permitió el desarrollo de Europa Occidental y Estados Unidos: “Los esclavos negros fueron la fuerza y los nervios de este mundo occidental. La esclavitud negra exigía la trata de los esclavos. Por lo tanto, la preservación y el mejoramiento de la trata con África era una cuestión de suma importancia para este reino y para las plantaciones pertenecientes al mismo”2.
Para mantener tal nivel de explotación se generó, desde la política, las artes y la literatura, las religiones, el sentido común, la filosofía y las ciencias, todo un cuerpo ideológico que respaldaba deshumanización de las personas esclavizadas, y legitimaba la explotación sobre las y los africanos. El primer ministro de Trinidad y Tobago Eric Williams, lo ilustra muy bien en su libro Capitalismo y Esclavitud: “[…] Los rasgos del hombre, su pelo, color, y dentadura, sus características “subhumanas”, tan ampliamente citada, eran solamente las razones posteriores para justificar un simple hecho económico: que las colonias necesitaban fuerza de trabajo, y que recurrían a la fuerza de trabajo negra porque era más barata y mejor”3.
Así, la generación de un corpus cultural en torno a la superioridad de las personas blancas, y en detrimento de los africanos y sus descendientes, ha sido estructuralmente esgrimida. Se puede decir que no hay espacio cultural en el cual el racismo no esté presente, tanto así, que muchas personas negras y mestizas reproducen actos, pensamientos e ideologías, es decir, llevan intrínsecos conductas y comportamientos racistas.
El avance de culturas afro-céntricas ha sido totalmente desestimadas por la cultura colonial hegemónica, por lo cual estas tuvieron que forjarse en ambientes subversivos, en la oscuridad de lo normativo, de los valores occidentales impuestos4. La desarticulación de los sistemas de valores, creencias, tradiciones africanas y los reajustes que estas personas experimentaron en el Caribe y América, ha sido uno de los actos más atroces de la humanidad contra ella misma. Pueblos trasplantados, enajenados y transculturados es la conclusión de tal ejercicio del poder.
En este marco surgieron, sin embargo, las culturas de Latinoamérica y el Caribe. El resultado ha sido, diversas sociedades caracterizadas por el subdesarrollo, las desigualdades sociales y toda una amplia gama de expresiones culturales riquísimas en tradiciones provenientes de Europa, África, Asia y América, que constituyen las cimientes étnicas de lo que es hoy el continente americano.
La presencia de las culturas afro-descendientes en Occidente, se ha logrado gracias a la propia lucha de los africanos/as contra la opresión de sus esclavizadores. Es decir, las propias expresiones culturales han servido como armas e instrumentos ante la aculturación y la enajenación impuesta por los colonizadores europeos, sobre las personas africanas en el Nuevo Mundo.5
Las zonas involucradas en el desarrollo de la plantación, como sistema socio-económico, vivieron con mayor esplendor la sobrevivencia africana en el Caribe, el sur norteamericano y el norte y nordeste de América del Sur. Allí la explotación se recrudeció aún más, ya que las y los africanos se convirtieron en el principal instrumento de trabajo para la explotación de los recursos naturales que se extraían. Ante la creciente explotación, miles de esclavos asumieron diferentes conductas para hacerle frente a tal situación.
En los estudios actuales sobre la esclavitud en la Diáspora Africana, se pueden encontrar varios estereotipos creados durante la época colonial: lazy niger, mimic men6, cimarrón, entre otras figuras típicas de las personas esclavizadas en aquella época. Sin embargo muchos de estos estereotipos se refieren a conductas tomadas por los hombre ante la esclavitud.
De las mujeres africanas y esclavas poco se conoce cuáles fueron las artimañas que llevaron a cabo para hacerle frente al poder colonial. Entre las pocas conocidas se encuentran las parteras7, las esclavas domésticas, las mestizas y negras que tenían relaciones con hombres blancos para mejorar su posición social y económica, pero estudiadas de modo superficial. Al menos en nuestro país las investigaciones sobre las personas afro-descendientes todavía no alcanzan el nivel de profundidad necesario.
Según la bibliografía feminista negra8, las maniobras utilizadas por nuestros ancestros africanos fueron la base de la supervivencia de nuestra cultura y las mujeres han jugado un rol de primer orden en su preservación:
“[…] las mujeres esclavas retuvieron la mayor independencia económica y autonomía cultural y fueron la vanguardia de la resistencia cultural de la esclavitud la cual ayudó a muchos individuos a sobrevivir la experiencia de la esclavitud. En la vida privada de los esclavos, las mujeres reconstituyeron el sistema de familias y construyeron comunidades viables, que se volvieron la base para otras formas sutiles de resistencia esclava en las plantaciones […]”9.
Teóricas como Lucille Mathurin Mair, Theresa Ann Rajack-Talley, Patricia Mohammed, Patricia Hill Collins entre otras muchas han demostrado, la participación femenina en la permanencia de los valores culturales africanos en el Nuevo Mundo.
Las mujeres como portadores culturales en muchas sociedades son las encargadas de los primeros pasos en la instrucción de los niños, a través de historia oral, el testimonio, las tradiciones, entre otras muchas expresiones culturales embeben a las nuevas generaciones de la cultura de sus antecesores10. Gracias a los estudios de Melville Merkovitz en su libro The Myth of the Negro, luego ampliado por varias historiadoras afro-americanas, se ha mostrado que muchas de las personas afros en EE.UU poseían costumbres y formas de resistencia y aspectos culturales que pertenecieron a los africanos, también se puede evidenciar la permanencia en un imaginario femenino negro como herramientas culturales de las cuales se valieron sus madres, abuelas y tatarabuelas para sobrevivir en el Nuevo Mundo.
Para la historiadora Rosalyn Terborg-Penn las formas en que se ha mantenido el pensamiento femenino africano en sus descendientes es a través de dos expresiones principalmente:
“Impulsar la confianza en uno mismo a través de las redes femeninas y el desarrollo de las estrategias de sobrevivencia. Estos valores se han institucionalizado en muchas comunidades africanas y afro-descendientes. Históricamente, esta combinación no ha estado presente en las relaciones institucionalizadas entre las mujeres en las sociedades europeas, pero pueden ser rastreados continuadamente en el tiempo entre las mujeres afro-descendientes en las sociedades del Nuevo Mundo así como también en Asia”11.
A lo largo del Caribe y de la Diáspora Africana se puede constatar la presencia de una fuerte relación matricéntrica, con una familia enfocada desde la mujer como jefa.
Raymond T. Smith explica cómo ha sido bien harto reconocido que las mujeres exhiben un alto grado de independencia en las Indias Occidentales entre las personas afro-descendiente y en los E. U., pero este proceso ha sido visto por los investigadores desde varios puntos de vista.
Smith expone que Franklin Frazier utilizó el término matricentrico para referirse a aquella familia basada en la madre y los hijos, y un tipo de matriarcado que consistía en una mujer mayor, sus hijas y sus nietos. La primacia de las relaciones entre madre e hijo fue destacada por Frazier y también por Melville Herskovits, quien apuntó que además de existir una estrecha relación entre la madre y los hijos como una unidad celular de familia que ha existido desde la esclavitud, este tipo de unidad familiar deriva su estructura de la organización doméstica de las sociedades africanas, en las cuales los grupos de las madres e hijos forman una célula separada dentro de las redes de la familia polígama12.
Este tipo de relación sólo pervivió en el núcleo de la familia, también se extendió a la comunidad. Patricia Hill Collins explica como las tradiciones de las culturas del África Occidental permitieron que las mujeres estrecharan redes de ayuda mutua13. Las mujeres más ancianas, durante la esclavitud, la emancipación y durante el siglo XX en el Caribe y la Diáspora han tenido un papel protagónico en la estructuración de muchas familias y de las comunidades, sobre todo aquellas que tienen altos grados de pobreza.
La figura de la abuela como horcón familiar es una tradición, en el Caribe y en Estados Unidos, para las personas afro-descendientes. En aquellos hogares donde las mujeres jóvenes trabajan, las tías y las abuelas no sólo fungen como cuidadoras de los niños/as, además van proporcionándoles a la joven generación de una cultura con altos atributos afro-descendientes, resultado directo de la interacción de las africanas ante el fenómeno de la esclavitud y la alienación cultural, además de ser vista como la figura central en la familia, quien a pesar de la gran avanzada edad sigue dirigiendo los aspectos más importantes de la casa14.
En la división sexual del trabajo entre la población esclava también figura el papel de los huertos y de la economía familiar que usualmente tenía un alto componente femenino. Las mujeres, según varios autores, fueron las principales comerciantes. En Jamaica y en Haití ellas eran las líderes del comercio en los mercados locales, sobre todo en la producción y el comercio de productos agrícolas, antes y después de la esclavitud.
El hecho de ser tratados como iguales propició la explotación de las esclavas en todos los centros de producción, en los cortes de caña, la agricultura, en el comercio y labores domésticas. Esto trajo consigo efectos consecuentes alterando la memoria histórica y la calidad de vida de las propias féminas (Momsen: 1996); además de un desarrollo y tradición de la práctica de la agricultura por ellas para mantener a su familia y para la venta en los mercados (Mathurin: 1975).
Para Jean Besson, las mujeres esclavas jugaron un papel importante en la construcción de la economía proto-campesina en el Caribe, gracias al desarrollo de sus huertos, en los cuales se cultivaban varios productos que luego se vendían en los mercados; ellas se convirtieron, durante la esclavitud, en los principales comerciantes y productores de alimentos en las pequeñas islas del Caribe.
Luego del fin de la esclavitud, las mujeres se convirtieron, principalmente, en uno de los principales administradores y dueños de las tierras; además pudieron extender sus acciones como campesinas y comerciantes de sus propios productos agrícolas. En la isla Providencia, en la localidad Martha Brae, Jean Besson realizó un estudio en el cual demostró cuán importante era el papel de las mujeres dentro de la tenencia de tierras, donde muchas históricamente han sido las administradoras de las fincas, tradición que tuvo un origen en los patrones originados durante la esclavitud, durante la cual las esclavas generaron formas propias de desarrollar cierta economía, mediante la producción de la tierra.
Mathurin también arguye sobre este tema, alegando que aquella imagen tan tradicionalmente esparcida durante la esclavitud del Lazy nigger no correspondió a las mujeres negras y esclavas. “La higgler, fue una importante persona en la economía doméstica caribeña. Terminado con su trabajo en la plantación, ella atendía a sus niñis, cultivaba su huerto, y caminaba a veces 5 kilómetros y más al mercado, de ida y regreso el fin de semana para vender sus productos. El dinero que ella ganaba lo usaba como ella determinaba. Compraba ropas, (…), o guardaba el dinero para comprar su libertad y la de sus hijos”15.
NOTAS
1 En este ensayo se utilizará la definición de Caribe que aparece en el libro Teoría de la Economía de plantación, de los investigadores Lloyd Best y Kari Polanyi Levitt: “(…) nuestra definición geográfica del Caribe incluye todas aquellas áreas en, alrededor y cerca del mar Caribe, que han permanecido en los últimos cuatrocientos años cincuenta años, bajo la influencia de la plantación azucarera y de su característica cultura y modo de organización sociales y económica. Esto incluye todas las islas caribeñas, las Guyanas (inglesa, francesa y holandesa), el nordeste de Brasil, parte de las áreas costeras de Venezuela, Colombia y América Central y regiones sureñas de los Estados Unidos.” p.9
2 Williams, Eric. (1975) Capitalismo y Esclavitud. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, p.25
3 Ibídem, p.17.
4 Smith, Raymond T. (1996) «Social Stratification, Cultural Pluralism, and Integration in West Indies Societies». En: Rhoda Reddock, Christine Barrow: Caribbean Sociology. Introductory Readings. Ian Randle Publishers, Kingston Jamaica.
5 Besson, Jean. (1996) «Reputation and Respetability Reconsidered. A new perspective of Afro-Caribbean Peasant Women». En: Rhoda Reddock, Christine Barrow: Caribbean Sociology. Introductory Readings.Ian Randle Publishers, Kingston Jamaica.
6 Brathwaite. Kamau. (1996) «Creolization» En: Rhoda Reddock, Christine Barrow: Caribbean Sociology. Introductory Readings. Ian Randle Publishers, Kingston Jamaica. Concepto para designar aquellas personas negras esclavizadas que imitaban el comportamiento de sus dueños y personas blancas con el objetivo de mejorar su posición, estilo de vida y la opinión de las personas blancas a su alrededor sobre ellas. Este fue uno de los orígenes de la desvalorización de las culturas de origen africano, cuando los valores europeos se convirtieron en paradigmas.
7 Agramonte Hernández, Elsa. (1995) «Sobre parteras y comadronas. En: Revista Especial FEM/PRESS “La Mujer Negra” Edición Especial, La Habana,67-71
8A partir de la década de los años 80 se desarrolló un movimiento feminista afrodescendiente en E.U, el Caribe, Inglaterra y África. Entre sus principales objetivos se encuentra visibilizar la presencia femenina afrodescendiente y trazar líneas de investigación que puedan mejorar el conocimiento de estas mujeres como objeto de estudio para comprender su papel en sus sociedades y las causas de opresión que sufren las mismas.
9 Besson Jean. Ibídem, p. 363.
10 Terborg-Penn, Rosalyn. (1995) Through an African Feminist Theoretical Lens: Viewing Caribbean Women`s History Cross-culturally. Kingston, Ian Randle Publishers.
11 Terborg-Penn, Rosalyn. Ibidem, p.9
12 Smith, Raymond T. (2001) «Social Stratification, Cultural Pluralism and Integration in West Indian Societies». En: Rhoda Reddock, Christine Barrow: Caribbean Sociology. Introductory Readings.Ian Randle Publishers, Kingston Jamaica.
13 Hill Collins, Patricia. (2009) «Black Feminist Thought.Knowlegde, consciousness, and the politics of empowerment». Routlegde Clasics. New York.
14 Hill Collins, Patricia. Ibidem.
15 Mathurin, L. (1975). The Rebeld Woman: in the bristish west indies during slavery. Kingston, Jamaica: THE HERALD LIMITED. p. 40.
Hay algunas cosas importantes que son obviadas en este tipo de artículos: en África sigue habiendo esclavitud entre personas negras, las mujeres con frecuencia son esclavas de los hombres y siguen sufriendo mutilación genital femenina en 28 países africanos. El carácter de jefa de familia de la mujer negra en EE.UU. se debe en parte a que los hombres negros abandonan a tales mujeres y a los hijos que han engendrado con ellas. Los reyes negros vendieron esclavos negros a los europeos. En América la esclavitud de la gente negra fue abolida, no así en el mundo árabe y en África, donde sigue vigente. Colonialismo y esclavitud son 2 cosas distintas.
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