Que
Yelena Isinbayeva sea homofóbica, la verdad, ni va ni me viene. Pero que haya utilizado la conferencia de prensa, posterior a su triunfo, para hacerse eco de la ley antigay que permite reprimir a los homosexuales en Rusia, hasta el punto de la violencia física, ese si es un problema serio. Mucho más si su país es la sede del Campeonato Mundial de Atletismo por estos días, y ella es la gran diva del espectáculo.
La plusmarquista rusa no quiso dejar nada por supuesto, sus palabras agredieron directamente a varios atletas presentes en el evento, como a la sueca Emma Green Tregaro, quien asistió con la bandera multiculor, representativa de la diversidad sexual, en las uñas de las manos y que la atleta rusa considero irrespetuoso.
Hace un tiempo conocí una noticia acerca de una deportista griega que fue expulsada de los Juegos Olímpicos Londres 2012, por haber compartido en Twitter declaraciones racistas, al burlarse de los participantes provenientes de África.
Me pregunto: ¿se le podría cuestionar el liderazgo a Isinbayeva teniendo en cuenta sus declaraciones homofóbicas cuando Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) considere este tema dentro de sus estatutos? Por ahora la mencionada Asociación solo se ha referido a la libertad de expresión, no a lo que supone un comentario de este tipo durante las jornadas competitivas, sobre todo emitidos por una atleta de tan excelsa carrera deportiva.
Como sabemos, el deporte se ha convertido por su propia índole transgresora un terreno loable para barrer las múltiples fronteras que se han establecido entre los seres humanos, entiéndase clase, identidad racial, religión, género, etc. Lamentablemente las declaraciones de la atleta rusa y la pasividad de la IIAF le ponen una zancadilla a las razones que legitiman al deporte como una práctica que permite el mejoramiento humano. Si Isinbayeva tenía esa opiniones tenía que haberlas dicho en un parque, en su casa o en el oído de su novio, pero no en la competencia.
Por suerte, la sociedad civil ha reaccionado de manera ágil y ya corre la noticia como pólvora; al tiempo de que desde Barcelona, España Frida Viñas está pidiendo que se le retiré el Premio Principie de Asturias (que por cierto también ostenta el cubano, Javier Sotomayor), a partir de una recogida de firmas .
Acá puedes leer y suscribir la petición de Frida, la cual ya sido secundada, en poquitas horas, por casi 800 personas. Y si no, también se vale informarse, la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades que dirige el Dr. Julio Cesar González Pagés ha realizado una declaración sobre el asunto.
Imagen tomada de La Taringa
negra cubana tenía que ser 
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