Tuve un jefe, de cuyo nombre NO quiero acordarme, que me acosó por varios meses. Cuando detecté que de eso se trataba comencé a guardar los mensajes electrónicos que me envíaba por si un día ¨se viraba la tortilla¨ (como dice Telmarys), los que conservo hasta el día de hoy.

Nunca pude saber si era por mujer, por negra o por bisexual o porque sencillamente le caía mal. Saben que las mujeres con opiniones no somos muy bien vistas. Sin embargo, quienes estuvieron a mi alrededor notaron que algo raro o injusto sucedía. En ese momento, me sentí desprovista de instrumento legal para darle un cauce judicial al asunto. Por suerte, el universo teje para una historias inexplicables a nuestra vista pero muy bien hilvanadas y un nuevo proyecto personal me hizo salir de la vida y la vista de esa persona. De lo contrario, otro hubiera sido el final.

Sin embargo, situaciones como estas son recurrentes en ambientes laborales en la Isla, donde muchas personas practican la discriminación como deporte, algunos de ellos llegan a tener cargos y desgraciadamente son importantes en situaciones supuestamente ordinarias como salir del país. También cuando la gente cree que se trabaja mejor siendo amigos o cuando tu jefe, como aquel caballero, cree que es tu psicólogo. En este sentido, quiero acercarme al anteproyecto del futuro Código de Trabajo cubano, que ha sido prolijamente revisado por algunos bloggers pero no por moda, sino por necesidad.

Y no podía ser de otro modo, el positivismo pulula por la mencionada norma, especialmente en el Capitulo IV dedicado protección, seguridad e higiene del trabajo, allí consta como objetivo:

garantizar condiciones seguras y higiénicas, prevenir los accidentes, enfermedades profesionales y otros daños a la salud de los trabajadores y el medio ambiente laboral.

Para mí es un formulación que nace envejecida pues no tiene en cuenta un asunto tan actual en los escenarios internacionales y que es también válido para Cuba; tampoco se consideran las  investigaciones acerca de impacto de las relaciones laborales en la salud de los trabajadores.

Pero ¨quien hizo la ley hizo la trampa¨, dice la sabiduría popular; entonces quiero pensar que en ¨otros daños¨ se incluyen aquellos de naturaleza psicológica derivados del acoso laboral, polisémico cuando tenemos en cuenta todos los elementos que nos diferencian: identidad racial, orientación sexual, posicionamiento político, etc.

No obstante, como en Cuba no hay ley específica sobre violencia de género, que pudiera ayudar en el caso de que la acosada fuese una mujer, y tampoco contra el racismo, lo que sin dudas ayudaría de denunciar el mobbing por motivo racial, urge una regulación clara y precisa, donde quede registrada la violencia psicológica en el entorno laboral como causante de enfermedad, daño psicológico, de la imagen social, etc. y ante la cual se propongan medidas concretas contra aquellas personas que se creen dueñas de ti, porque trabajas bajo su dirección y que te acosan por cualquiera de las condiciones que nos hacen diferentes: orientación sexual, religiosidad, identidad de género, etc..

El nuevo Código de Trabajo cubano es absolutamente perfectible, por eso aún tiene la posibilidad de ser una ley verdaderamente progresista, tal cual la necesita nuestra sociedad.

4 respuestas a “Cuando el acosador es tu jefe”

  1. Leo esto: «Saben que las mujeres con opiniones no somos muy bien vistas». La frase es poco feliz y denota un gran complejo. ¿Significa acaso que hay tan pocas mujeres con opinión que, por ser una atrevida excepción, los hombres las miramos mal? Llama la atención que la autora se incluye en ese selecto grupo de las «mujeres con opinión». ¡Oh, pues «felicidades»! Sinceramente, le haría bien dejar de sentirse en el vórtice de la discriminación por ser mujer, porque con este alarido innecesario no le hace un gran favor a los millones y millones de mujeres que tienen criterios sólidos.

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    1. Gracias por su comentario. Lastima que haya pasado por alto el tema del acoso que es el principal y si me produjo mucha infelicidad, mucho mas que aquella que he sentido en innumerables ocasiones bajo miradas que me alientan a permanecer callada. Lo siento pero estoy convencida de que la docilidad o pasividad es una exigencia para las mujeres. Lo del complejo ya me suena recurrente… Tengo un post escrito sobre eso. Si el ngro se queja del racismo es complejo si lo hace el blanco es una buena persona. Slds.
      ..

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  2. No, no paso por alto el tema del acoso. De hecho, estoy de acuerdo con su tesis (una mujer, en mi familia, también fue acosada años atrás por el imbécil de su omnipotente y ultraguanajo jefe), pero no lo expresé. Es un problema que tenemos los seres humanos a veces: arremetemos rápido contra la mancha, y no decimos nada de la luz, como los desagradecidos a los que se refería Martí. Pues rectifico: su comentario me ha parecido muy acertado (me apunto, como Ud., al reclamo de que se valore el impacto de las relaciones laborales en el desempeño y la estabilidad del trabajador), salvo, como he dejado dicho, la frase que me ha parecido innecesaria. Saludos.

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    1. Ok, no crea… he estado repasando su comentario y mi frase… quizas lo que me impulso a poner esa frase es que creo que este señor que me acosaba y que ademas era mi jefe, lo que mas le molestaba es que yo opinaba sobre mi trabajo (del cual el sabia menos) y cuando creia que debian ser de un modo determinado lo decia. Quizas debi decir que hay jefes que esperan que cumplamos como robots o como si fueramos soldados Agradezco nuevamente sus comentarios en este blog.

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