En el muro de Reno de Facebook hay un interesante debate acerca de una » rara» experiencia de abdución. A él le conocí luego de que compartiera, el domingo pasado, en su perfil las fotos que sacara en La Ronda para Teresita. Tenemos una amiga en común: la periodista Milena Recio.
Sin embargo, pareciera que no solo tenemos esa razón para coincidir, también ciertas preocupaciones acerca de los aconteceres de nuestro país nos hermanan, en este caso los excesos policiales con los jóvenes negros, a los cuales ya me he referido en esta bitácora.
No se preocupen que no contaré la anécdota. Acá está Reno Massola en primera persona:
Abducción
Éramos tres temprano en la mañana de este domingo pasado. Mi amiga, su novio y yo. Ella, blanca como el papel bond de las impresoras. Su novio, negro, como el carbón. Y yo, rojo como el vino tinto.
¿Y esto a que viene?
Resulta que mi amiga y yo quedamos en asistir a la maravillosa convocatoria de homenaje a la recientemente desaparecida cantante Teresita Fernández en la Plaza de San Francisco de Asís. Yo lleve mi cámara. Ella la suya y a su novio como se dijo antes. Temprano, los tres aguardábamos a la sombra de la escalera de un edificio cercano a que empezara la ronda.
De la nada, tres guardias se nos acercaron y fueron a dar directo al novio de mi amiga. Sin pedir permiso, sin dar buenos días a nadie. Solo con un rictus ansioso en sus caras como de quien va a la caza de algo, lo convidaron a que los acompañara fuera del grupo. Apenas reaccionando,(debi grabar con mi cámara) alcanzo a preguntarles porque se lo llevan y ellos, los guardias, medio se asombran (juro que pensaron que éramos extranjeros) y preguntan si es amigo nuestro…. ¡Es mi marido! contesta mi amiga. Pero igual, se lo llevan diciendo que van a comprobar los papeles del compañero. Y atraviesan la plaza con él, a la vista de todos, hasta un camión donde lo suben y sin decirle nada a su compañera, lo secuestran.
Mi amiga no sabía qué hacer. Literalmente la policía le abdujo el novio a pesar de que estábamos muy lejos del Área 51. Hicimos una llamada a la casa y le prometí que cuando terminara la ronda saldríamos a rastrear a su novio por las unidades de la policía cercanas.
Ella pasó un rato amargo en una actividad que prometió y fue mágica. Ya casi al final, apareció su compañero, justo para darse las manos en una inmensa ronda. Lo habían “soltado “después de ponerle una multa de 7 pesos por tener el carne en mal estado. Ni disculpas, ni devolverlo a donde lo secuestraron. Nada.
Yo sentí pena por los compañeros de la Policía Nacional. Se equivocaron de hombre. De haberme pedido los documentos, al blanco (o al rojo), hubiesen descubierto que además de en mal estado, el carne esta vencido hace tres años y tiene una foto tan antigua (hasta en blanco y negro es) que en los bancos lo piensan dos veces antes de creerse que soy yo el de la foto y liquidarme algún exiguo cheque, de esos que te pagan a veces por fotos publicadas. Pero no, el negro era él. Suerte que es una persona extremadamente ecuánime. Solo pudieron multarlo por un documento en mal estado y sin otro asidero ¿legal?, “liberarlo”.
Había oído y leído que estas cosas pasan. Me acordé de Zurbano, de Morales y hasta de Guillén. Tuve una novia negra y recuerdo como algunos ojos miraban con mal brillo en el barrio, en el trabajo y por debajo de las viceras, enfundados en sus uniformes, los policías de la Habana vieja cuando pasábamos cerca de ellos alguna que otra tarde. Pero confieso que soy un poco cándido.
Tu color de piel puede ser un salvoconducto o una condena. Aún.
La policía, todos sabemos, tiene que hacer su trabajo. Yo solo les puedo llamar Policía Nacional, a secas.
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