
Tomás Fernández Robaina me ha enviado un mensaje con el texto fundacional del periódico La Doctrina de Martí. El director de dicho órgano periodístico, Rafael Serra Montalvo, y autor del artículo, fue uno de sus más fervientes seguidores y el pionero en dar a conocer la obra y pensamiento, de José Martí, al año siguiente a su caída en Dos Ríos, quien lo denominó en vida «El Apóstol», por su entrega total a la causa independentista. Y añade en su mensaje Robaina:
Me parece conveniente su difusión, para que se conozcan ideas que nos han inspirado en la lucha que libramos desde 1959 en contra de todos los prejuicios heredados de la esclavitud, y mantenidos de modos solapados o no, hasta hoy. Este batallar se ha hecho más visible en nuestras sociedades contemporánea, como consecuencia de la crisis económica, social, identitaria, y de valores morales que se manifiestan en cada uno de nuestros países, en unos más que en otros. Y
por supuesto, Cuba no podía ser una excepción.
Obviamente los contextos materiales, ideológicas y políticos actuales son diferentes, con los referentes en el artículo, pero en esencia no son pocos los elementos en él, que nos permiten reflexionar sobre la campaña que libramos ahora, no en pro de una independencia política, pero si en pro de la concientización de laa pertenencia de los que aún no están plenamente identificados y comprometidos con nuestra historia, y con los que anhelamos mejorarla sin limitaciones religiosas, genéricas, sexuales, color de la piel, y clasistas. Es muy importante y necesario que no pasemos por alto todo lo que hemos avanzado objetivamente en la lucha contra la homofobia, el silencio de los aportes de nuest@s negr@s a la formación histórica y cultural de nuestra Patria, colectiva e individualmente.
Una prueba, entre otras de lo anterior, lo tenemos en los diversos espacios en donde ahora se analizan y se dan a conocer esos olvidos del ayer y los de hoy, con la finalidad de enriquecernos y fortalecernos para enfrentar los problemas y los desafíos que surgirán enarbolados por los que conscientemente o no, se oponen al mejoramiento de nuestra sociedad.
A continuación el texto fundacional del periódico La Doctrina de Martí por Rafael Serra Montalvo:
NUESTRA LABOR
EXECRGO: «Los planetas, no porque hayan de girar alrededor del sol, y de él reciban luz y calor, tienen todos un mismo movimiento ni una misma vida. Es cada planeta una variedad dentro de la unidad del sistema». Pi y Margall
Procedemos de la escuela de Martí. En ella se templó nuestra alma y se forjó nuestro carácter. Allí aprendimos del venerable maestro, conocer, sin confundir jamás, el falso brillo de la virtud postiza; lo que honra, purifica y ennoblece la práctica del bien. Nos enseñó a ser indóciles contra toda forma de tiranía, contra toda soberbia, y consecuente amigo de la humildad honrada; a oponernos con coraje viril y previsor contra las concesiones de poderes vitalicios, y a estimar como regazo del abuso las reelecciones continuadas de los administradores de los intereses públicos; como a acatar con decoro, y a sostener con fidelidad patriótica a nuestros poderhabientes; pero sin perderles de vista ni disimular sus extravíos, porque son estos los senderos más seguros de llegar a la desmoralización administrativa y a la ruina de todos.
Nos enseñó el ilustre Martí, que un pueblo compuesto de distintos elementos vivos y maniatados por un mismo yugo deben estar sinceramente unidos y representados por igual en todas las capacidades contributivas a la creación del
país. Porque los que como cubanos servimos para entrar en la compartición del sacrificio, como cubanos hemos de estar también en la compartición del beneficio.
Para recompensar el mérito dela virtud al tanto por ciento, no habrá dinero bastante en todo el mundo, ni la virtud verdadera aceparía tan ominosa transacción: Pero para patentizar y hacer justicia al mérito positivo cuando el
mérito seudal se sobrepone para esto, si no falta la honradez o la energía, hay sobrado lugar, manera y tiempo.
Siempre habrá en todas partes descontentos. Muchas veces egoístas. Pero cuando el descontento es con justicia, los descontentos se unen, crecen, vigorizan, luchan y hasta vencen.
La virtud de los que dirigen a los pueblos no se debe sentir únicamente, sino hacerla sentir como provecho colectivo entre los poderdantes.
En pos del triunfo de la verdad practicada por el eximio maestro, hemos de dirigir nuestra labor.
Trabajamos por la verdadera revolución que no es la guerra, porque la guerra es el medio; la revolución el fin.
La esclavitud, como germen de horrores y colmo de injusticias, pudre el seno de la sociedad que la sustenta. La esclavitud, con su halito fatal, corrompe las costumbres, vive de la estabilidad de la ignorancia; crea como consecuencia de su abominable jerarquías, las preocupaciones dolorosas; enerva al hombre, envilece a la mujer, destruye la vitalidad y desmoraliza al pueblo.
Echar al déspota fuera de nuestra Patria, y también combatir y vencer contra sus enfermizas tradiciones; purificar las costumbres, darles derechos y completa garantía a la mujer; abolir los privilegios, no tan solo en la ley escrita sino también en la ley moral: consagrarse a toda obra de provecho común; aplicar los progresos de la inteligencia a las necesidades de la vida; establecer la igualdad, difundir la instrucción y preservar con toda su grandeza la justicia.
Revolucionemos.
Desde ahora y como base de la más inalterable armonía, creemos bueno y de rigor la práctica de la verdadera democracia, que es de donde tiene que surgir el bien de la República.
Odiar al gobierno de España por manía, no constituye el patriotismo. El hábito español es el peligro. Desciñámonos el hábito.
Sentado queda que no venimos a segregar. Nuestra misión es la de unir. Pero unir de verdad. No con la unión desventajosa y desigual del jinete y el corcel.
Hay que hacer porque prevalezca la verdad. Toda excusa en el instante de administrar justicia, es traición al principio, es un mentir.
Virtudes y elementos tenemos para crear una buena República; pero si estas virtudes y estos elementos no son exactamente armonizados con las necesidades imperiosas del país, no tendríamos República.
Desde la extrema izquierda del Partido separatista, y en conformidad con los preceptos aceptados por todos, hemos de dirigir nuestros esfuerzos para el triunfo de la Independencia de la patria, para que sean reales y no vaga ficción
los derechos del pueblo. Esta es nuestra labor
(Rafael Serra. Nuestra Labor. LA DOCTRINA DE MARTI Nueva York, 25 de julio 1896, p.1 cols.1-3 Colección Cubana. Biblioteca Nacional de Cuba)