
Un mal día de febrero nos trajo la muerte de Santi Feliú y el mundo se paró, entre estertores y quejidos, para volver a cantar Vida.
Luego, cuando se presentó el libro de Carlos Varela en el Museo Nacional de Bellas Artes, teatro en pleno le lloró.
Nació nuestro niño y encontramos en él la vida de Santi. También su poesía y un acto de amor: entregarnos a Mateo y partir.
Hace unos días, en una de las intersecciones digitales que suelo visitar, me topé con mensajes escritos donde muchos amigos le declaraban amor. Me estruje una vez más.
Pero la gente quiere tener a Santi cerca, pareciera que no bastan sus canciones y su hijo. Una petición singular anda por las redes desde ayer 10 de octubre: Un sello postal para el trovador.
No han pasado 12 horas de inciada esta nueva movida y las firmas ya se acercan al centenar.
Me seduce la idea. Firmo y me dispongo a saborear el retroverso.