
Por Daisy Rubiera Castillo*
Antes de comenzar mi exposición quiero recordar a dos mujeres cubanas negras afrodescendiente, que dedicaron buena parte de su vida profesional a combatir el racismo y la discriminación racial: Elvira Cervera e Inés Maria Martiatu. Mujeres, que no dejaron caer la bandera de lucha recibida de otras manos, la que a la generación de mi tiempo nos toca entregar a las más jóvenes, para mantener abierta esa brecha, aunque el camino parezca largo y la marcha lenta.
Cuando me invitaron a participar en este panel, me pidieron que hablara sobre el libro Afrocubanas. Para ello, debo hacer un poquito de historia. En los momentos en que nació ese proyecto, porque Afrocubanas no es solamente un libro, es un proyecto que nació en momentos que consideramos que apremiaba una nueva forma de conciencia intelectual que rompiera el silencio que sobre las mujeres negras se había mantenido históricamente en la historiografía cubana. Era importante visualizarlas desde la academia, incorporarlas en los estudios sociales, afortunadamente ya iniciada por algunas escritoras e investigadoras de diferentes disciplinas, aunque no muy promocionadas. Proyecto, que fue pensado para ir reconstruyendo la tradición del pensamiento feminista cubano negro afrodescendiente, recuperar el lugar que ese discurso tiene en la historia de las ideas en nuestro país, del cual fue excluido, propiciar su análisis y estudio, e “intervenir en el campo cultural cubano en la coyuntura compleja de nuestra sociedad, en la que los conflictos raciales han aflorado y acaparado la atención y el debate sobre ellos”1. Proyecto, que por su alcance podía contribuir a la consolidación de nuestra memoria histórica, cuestión fundamental en el resurgimiento del debate contra el racismo y la discriminación racial.
Con esos criterios, decidí hacer un libro. Lalita, como todos llamábamos a Inés María, estuvo de acuerdo. De inmediato comenzamos a realizar la recopilación de trabajos, algunos ya publicados, otros inéditos. Seleccionamos los que consideramos más significativos sobre todo en áreas poco conocidas. Cuando no encontrábamos los adecuados para diferentes asuntos y personalidades que deseamos incluir, les pedimos a algunas amigas escribieran sobre esos temas.
El libro debía estar integrado por trabajos que enunciaran un contradiscurso que se opusiera al que venía circulando históricamente de y sobre la mujer negra y mestiza, y que estuviera inscrito en nuestros propios referentes, en nuestra historia de lucha, marcada por los entrecruzamientos de la raza, la clase, el género y la batalla, histórica también, contra los estereotipos racistas, sexistas y negativos sobre nuestra imagen. Debía erigirse entonces en reconocimiento a las mujeres negras y mestizas desconocidas por la población cubana, que con un pensamiento e ideas adelantadas para su época, articularon un discurso diferente al que se divulgaba a través de la prensa periódica de mediados y finales del siglo XIX. Mujeres que no fueron simplemente victimas de su condición, sino agentes activas en un empeño por abrir los caminos por los cuales transitaría más tarde su descendencia. Féminas transgresoras, que alzaron sus voces en un intento de transformar una realidad que les fue impuesta; que abordaron en sus textos de manera prioritaria, la reivindicación de su identidad, definieron actitudes y fijaron puntos de vistas, para reclamar su espacio en la sociedad que les tocó vivir, poniendo siempre en ello su orgullo racial.
El título, también tiene su historia. Fue muy pensado y debatido entre las dos. Decidimos que fuera Afrocubanas, término que tiene mucho que ver con la identidad racial, con la diversidad, con el sentido de pertenencia al legado heredado de nuestros ancestros africanos y africanas. Porque resalta la diversidad y diferencia en torno a la unidad como centro de la cultura cubana. Por esas razones marcamos con el subtitulo: Historia, pensamiento y prácticas culturales, los aspectos que queríamos resaltar.
El libro hizo visible el grupo donde se generó, porque es un resultado de la unión de mujeres que desde su quehacer creativo, con un posicionamiento multidisciplinario, multigeneracional y de género, declaramos nuestras pretensiones de visualizar la participación y aporte de las mujeres negras y mestizas en la historia, la política, economía, sociedad y cultura cubanas. Quebrar silencios, deconstruir viejos cánones racistas, sacar historias de los sótanos de la memoria, contribuir a la necesaria construcción de una nueva memoria histórica, reivindicar tanto a mujeres negras de siglos anteriores como del actual que se hayan destacado por su pensamiento y su accionar.
El proyecto Afrocubanas continúa dando cumplimiento a sus objetivos. «Restituir a la mujer negra a la historia», es el nuevo libro, que Oilda Hevia y yo hemos compilado, en un afinado concierto de ensayos, que aportan un nuevo caudal de conocimientos sobre los diferentes matices a que hacen referencia los once ensayos que lo integran, para, además de dar un paso más hacia la reconstrucción de la memoria histórica de las cubanas afrodescendientes, contribuir al enriquecimiento de la historiografía cubana sobre la temática racial, con novedosas y solidas investigaciones que pongan al descubierto distintos aspectos, desconocido entre algunos historiadores y público en general.
Este proyecto, constituido hoy, como una Red continúa hurgando en el pensamiento feminista negro afrodescendiente. Se articula con otras redes e instituciones como La Red Barrial Afrodescendiente, con la que hemos trabajado durante dos años; la Cátedra de la Mujer, con la hemos concertado un espacio permanente en su evento internacional Mujeres al siglo XXI; la Red de Mujeres Cristiana Débora, que apoya nuestra Tertulia “Reyita” y la Cátedra de Sociología de la Universidad de La Habana, en la que muchas de las profesionales del grupo ofrece conferencias en el curso optativo sobre género y raza que se imparte a los alumnos de quinto año de esa carrera .
Antes de terminar mi exposición, quiero pedir permiso a la poeta Georgina Herrara, aquí presente, para dar lectura al poema titulado “La lucha es diferente y es la misma” que ella escribió para esta ocasión, que tiene como exergo “No, nos entendemos” Antonio Maceo.
Lo que sucede, es la misma guerra,
y por lo mismo, a ella.
El hijo de Mariana nos convoca.
El tiempo
del siglo alzado, defendiendo
como un relámpago, queda
en Fermina y las demás,
esas que fueron
abuelas de las madres nuestras.
Ahora, a sonreír, hablando
con persistencia; cada
minuto del pasado en la memoria
amándonos, hurgando
en las hendijas de este tiempo extraño
hasta aprenderles los sórdidos rincones,
y seguir, interminables,
queriéndonos, hablando, recordando,
hacer de lo pasado y el presente
una bandera limpia, cada vez
más limpia y más bandera, hasta que llegue
desde las nuestras, a las manos de las hijas de las nietas nuestras.
Muchas gracias.
*Texto leido durante el panel “Movimientos afrodescendientes en América Latina y Caribe en el siglo XXI”, de la Jornada cubana contra la discriminación racial.