No tengo ninguna duda de que la historia es un arma de poder y por tanto marcadamente racista y elitista. Eso explica que ni siquiera en la ECURED aparezcan mencionados los cinco jóvenes abakuás que murieron un día como hoy, al realizar una protesta armada para defender a los ocho estudiantes de Medicina, dado que uno de ellos era cofrade.
Los jóvenes negros tenían entre de entre 14 y 22 años, fueron ultimados a bayonetazos y tiros y hasta el día de hoy no se conocen sus nombres. Sin embargo, un grupo de intelectuales cubanos, entre ellos Serafín (Tato) Quiñones y el reconocido percusionista Gregorio Hernández, más conocido por «El Goyo», nos han dejado como legado, la inscripción en la memoria popular de la participación de los jóvenes negros en este suceso.
La acción conmemorativa se concibió en la Cátedra Haydée Santamaría, a partir de una idea original partió de Tato Quiñones, con la participación de los intelectuales Dmitri Prieto y Mario Castillo, quienes localizaron el lugar en el cual se realizaría la conmemoración, a partir de estudios de archivos de Tato Quiñones.
A este grupo de intelectuales, investigadores y artistas debemos la tarja y la singular procesión, a ritmo de tambores e iremes, que cada 27 de noviembre intenta (paralelamente a la conmemoración oficial y que en 2012 no se pudo realizar) ir desde la ceiba de Morro y Colón hasta La Punta.
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