
Josefina, ceremonia para actrices desesperadas, obra del reconocido intelectual cubano Abilio Estévez, se presenta por estos días en el Théâtre de la Parfumerie (Teatro de la Perfumería) en la ciudad de Ginebra, Suiza. Carlos Díaz, quien acaba de recibir el Premio Nacional de Teatro, ha sido el director de esta puesta protagonizada por las actrices cubanas Coralia Rodríguez y Amanda Cepero, también cantante, quienes han aceptado el reto de la traducción de la obra y la interpretación en francés.
¿Por qué presentar esta obra de de Abilio Estévez en Ginebra?
–Esta obra de Abilio, un autor que siempre me ha interesado por su profunda cubanía y que al mismo tiempo defiende valores universales fundamentales, habla de migraciones, símbolos patrios, éxodos y ausencias. Está llena de música, de nuestra mejor música tradicional, y Carlos Díaz me la propuso en una conversación en mi casa, en Ginebra, porque hace tiempo que queríamos trabajar juntos en una creación teatral, aunque ya nos había prestado su teatro Trianón para hacer tres obras: en el 96, La casa de Bernarda Alba; con Teatro Neptuno, La Extranjera, un texto del congolés Caya Makhélé dirigido por el burkinabés Hassane Kouyaté en 2013, con un elenco enteramente cubano, y luego otro texto africano del mozambicano Mía Couto, dirigido por Patrick Mohr, artista suizo, muy buen amigo, en 2013 también.
Además, tengo en común con el personaje de Josefina el haber nacido en Alto Songo, provincia de Oriente, coincidencia que primero nos causó mucho asombro y luego nos hizo reír como niños. Josefina subraya siempre en su lucha con la Imagen, interpretada por mi hija, Amanda Cepero, sus orígenes franceses. Fabuladora incansable, dice llamarse como Joséphine Bauharnais, la esposa de Napoleón I. Esta centenaria viajera inmóvil cita constantemente personajes de la aristocracia y de las letras francesas… Ciertamente el hecho de que yo viva desde hace 18 años en la parte francófona de Suiza y en interacción permanente con Cuba tiene algo que ver en todo esto… y es fuente de referencias para el público ginebrino.

Cuéntanos un poco de qué va la obra.
–Este monólogo, escrito en español por Abilio Estévez, adaptado para dos actrices y traducido al francés, cuenta la historia de una mujer nacida en las montañas del Oriente de Cuba, patriota por tradición familiar, cuyo sueño es llegar a La Habana y ver izarse la bandera sobre el Castillo del Morro en 1902, para vivir el sueño del nacimiento de la república. Pero su otro yo, ese demonio que tenemos dentro contra el que luchamos los seres humanos, la desvía del camino a causa de un encuentro amoroso, o más bien sexual con tres soldados norteamericanos de Wichita, Nebraska.
Esa es su lucha, contra sí misma, algo que la condena al nomadismo durante 103 años. Josefina viaja por todos los continentes, disfruta sin complejo ni mesura del amor, canta, baila, vive, goza, sufre, se lamenta y llora. ¿Verdad mentirosa o mentira encantadora? ¿Quién lo sabe? Ella viaja de un polo al otro “como las golondrinas, porque en fin de cuentas todos tenemos cara de golondrina”.
Háblame del montaje. ¿Algo especial que quieras compartir de las seguramente extensas horas de trabajo con Carlos Díaz?

–Lo primero que quiero decir es que se trabajó más que con respeto y armonía, con ternura, siempre con ternura. Y con mucho sentido del humor. Eso por supuesto tiene que ver con Carlos, con su persona, su amor por el teatro, su vasta experiencia internacional, su sabiduría, y su respeto por el actor como creador activo. Nunca impone nada, él observa, propone con dulzura, sabe tomar el hilo y tejer la madeja a partir de lo que proponen las actrices. Debo decir que todo el equipo de trabajo se entregó a fondo, y así avanzamos de forma rápida y segura.La obra se montó en cinco semanas de ensayo, trabajando a buen ritmo, pero sin agotarnos, respetando el descanso necesario y en las mejores condiciones, como corresponde a la vida de un país como Suiza. Fue muy importante, definitivo para que el proyecto viera la luz, contar con el apoyo financiero del Departamento de la Cultura de la Ciudad y el Cantón de Ginebra, la Lotería Suiza, y de Artlink, asociación que financia proyectos de pueblos del sur en este país.
¿Qué pensamientos y emociones te sugiere la designación de Carlos Díaz como Premio Nacional de Teatro 2015?
–Me hace pensar en ese proverbio que dice: “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Muy merecido premio, ¡ya era hora!
¿Cómo recibió el público de Ginebra esta puesta? ¿Piensan llevarla a La Habana?
–Hasta ahora muy bien. Acuden al teatro cada día más, se ríen mucho, lloran, a veces cantan con nosotros, pues contamos con música en vivo ejecutada por Shama Milán, excelente músico cubano. Al final aplauden a rabiar y nos felicitan emocionados. Algunos incluso prometen volver con amigos, o con familiares. Vamos a ver qué pasa, seguiremos en cartelera hasta el 1 de febrero.
Seguro, muy probablemente, iremos para el Festival Internacional de Teatro de este año.
En verdad que los cubanos nos recreamos artísticamente en cualquier ambiente donde exista la libertad y la interacción humana. Ese grupo de cómicos de la legua siguen marchando al ritmo de la vida hacia lo inexorable del universo. Eso sigue ¡PA’ ALANTE! como decía JOE CUBA del NUEVA YORK LATINO CARIBEñO : ¡ ….Y ESO SIGUE PA’ ALANTE y PA’ ALANTE!) Esta crónica es una mezcla de Lezama Lima, Garcia Marquez y tienda de los milagros montada improvisada y magistralmente con todos los elementos del seminal espíritu vagamundo teatral presente en la especie humana. ¡ALABAO! !HACHE PA’ TO!
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