No es la primera vez que me exijo reflexionar acerca lo que significa para determinados temas que se asuman posiciones políticas “de derecha” o “de izquierda”.
Parecería que este sistema de valores (europeizante, deshumanizador y colonizador) nos hace irreconciliables a los unos y los otros. La verdad es que partidarios de ambos posicionamientos comenten las mismas infracciones. Solo depende del tema que se esté debatiendo. Derechos e izquierdos —en masculino pues son generalmente hombres los que caen en el jamo—, giran todos al centro para no decir atrás.
Eso sucede, por ejemplo, cuando se habla de racismo y discriminación racial, de derechos de las personas LGTBI o del aborto. Es posible entonces escuchar a un líder afro, supuestamente de izquierda, que «no es que las mujeres no les acompañen en determinada lucha», o a un gay que «las mujeres, especialmente las lesbianas, monopolizan el tema de género».
Como le decía a una amiga, a nosotras las feministas no es más fácil desmarcarnos de los esencialismos y bipolaridades que implican tales discursos, los que ignoran el rol de las mujeres negras a lo largo de la historia.
Otra de las arengas propone un enemigo que no nos deja avanzar en la lucha por la equidad racial. Entonces, afrodescendientes de uno y otro lado nos rompemos las cabezas, entre nosotros mismos, como si fuésemos adversarios.
No nos equivoquemos compañeros y compañeras, el racismo y la discriminación racial no lo inventaron las personas negras, por tanto un negro o negra nunca va a ser nuestro enemigo, piense como quiera y defienda lo que desee.
La colonización de nuestras mentes nos indica pelear con el hermano o hermana. Con el fin de la trata negrera y la abolición de la esclavitud nos favorecimos todos, no importa si el rol era de reproductor, caza-esclavos o nodriza.
Asimismo, con la consecución de la equidad racial nos beneficiaremos todos y todas, lo que hemos sido excluidos por nuestro color de piel o origen étnico-racial e, inclusive, las personas blancas. En un proyecto emancipatorio todos y todas tenemos cabida.
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