Hace un par de semanas el jóven cubano Rogelio Manuel Díaz Moreno, es Máster en Física Nuclear, especializado en Física Médica me hizo llegar su preocupación acerca de una herramienta que se usa en Cuba en el tratamiento del cáncer, la cual tiene un sesgo sexista que compromete su utilización en las mujeres.
Díaz Moreno trabaja desde el año 2006 en el área de la radioterapia y entre sus responsabilidades tienen que ver con el cálculo y la supervisión de tratamientos de radioterapia, radiocirugía y cirugía estereotáxicas, el control de calidad de los equipamientos que se usan para estos menesteres, la docencia y la investigación.
Se encontraba entonces recibiendo la formación para aprender a manejar la herramienta cuando se percató de que Pinnacle, un software producido por la empresa Philips y que es empleado en los tratamientos de radioterapia, tiene cierto sesgo de género que no permite la delimitación automática de los órganos en caso de la pelvis de las mujeres.
Interesada en la denuncia quisimos saber en detalles cuál es el uso de dicha programa informático:
Los tratamientos de radioterapia tienen un alto nivel de complejidad, se realizan mediante la disposición de varios haces de radiación que deben caer sobre el blanco, la lesión tumoral en el interior del paciente. Los haces de radiación entran al paciente desde distintas direcciones y se cruzan en el tumor, provocando una acción tumoricida intensa. Los haces también atraviesan el resto del organismo del paciente, pero separadamente, por distintas direcciones, y su acción individual es tolerable y reparable para los tejidos sanos, no así en el tumor donde se acumulan sus efectos.
Entonces se calcula con precisión la intensidad de cada haz y de cada sesión de tratamientos debe tomar en cuenta los detalles de la anatomía del paciente. Los programas modernos efectúan esos cálculos sobre las imágenes de tomografía del paciente, donde un especialista, médico radio-oncólogo, es capaz de discriminar entre tumor y los distintos órganos y tejidos del paciente. A continuación, un físico o dosimetrista puede preparar un plan de tratamiento que haga llegar al tumor la dosis prescrita por el médico, manteniendo la dosis de los demás órganos de riesgo por debajo de los niveles peligrosos.
Este es un proceso delicado, como se puede imaginar. Anteriormente, la efectuaba el médico con herramientas manuales de señalización. Los programas más modernos cuentan con mapas anatómicos y algoritmos matemáticos que les permiten, en ciertas situaciones, asistir al médico con este trabajo.
El programa Pinnacle de marras, por ejemplo, puede tomar el estudio tomográfico de cualquier paciente, de la región superior del tórax, y dibujar el corazón, los pulmones, y varios otros tejidos importantes. Esto le ahorra tiempo y energías al médico. Además introduce una mayor objetividad en la tarea, puesto que la delimitación manual está necesariamente sujeta a la subjetividad del especialista, quien nunca pinta igual dos veces en la misma imagen.
Entre las consecuencias que para las mujeres puede tener el uso de esta herramienta con el mencionado sesgo refiere Díaz Moreno:
Desde un punto de vista subjetivo, el médico que use Pinnacle puede sentirse menos dispuesto al tratar un caso de cáncer en esta región de la anatomía femenina, porque le consta que va a pasar más trabajo, pues no va a contar con la herramienta automática como en caso de los pacientes hombres. Suponiendo que esto no afecte su voluntad porque tenga ética, aun asi va a tomar más tiempo y energías en preparar el caso y el plan de tratamiento radiativo. Por otra parte, por más que se esfuerce, inevitablemente el plan va a asimilar una dosis de incertidumbre por la subjetividad del ser humano a la hora de distinguir estructuras en una imagen tomográfica. Esto puede traer ligeras diferencias en las dosis recibidas realmente por la paciente, tanto para el tumor como para los órganos sanos en riesgo, respecto al caso de que ese trabajo sea auxiliado por una herramienta informática, automatizada. Estas ligeras diferencias de dosis pueden significar alguna diferencia en el porcentaje de éxitos y complicaciones de tratamiento para el paciente, que en general no van a ser muy grandes pero, aun así, resulta indignante que se decida tolerarlas en unos casos sí y otros no
Publicado en Pikara Magazine