Respuesta del intelectual cubano Pablo Herrera al texto El racismo contra la pared del Dr. Jesús Guanche.
Su texto le cae a palo al matorral pero no levanta ni a una avispa. Yo creo que Guanche como mucha más gente está incapacitado de hablar directamente sobre el problema. Lo que hace es volver a levantar los estandartes Martianos y Cubano-socialistas ya conocidos, dicho en otras palabras. Además la inclusión de todos los otros tópicos sobre esclavismo y trata humana, diluye la cuestión en el caldo de la conciencia intelectual cubana, ese caldo en el que el cucharón bate y bate pero que no puede con el peso de la cabeza de puerco. Es obvio que sus compromisos con las organizaciones que menciona son básicamente su mejor aporte. Imagino que eso constata además acciones reales en el día a día. Pero no se, quizás cruelmente, me suena a que eso de poner el racismo contra la pared es de ‘diente pa fuera.’ Que me disculpe. No intento ser craso sino diáfano. Si no se es negro de piel es muy difícil comprender que sentarse a pensar en uno mismo y en aquellos que son semejantes a uno por color no es racismo, sino una necesidad. Nadie lo va a hacer si no lo hacemos nosotros. La reunión a puertas cerradas se impone.
Este párrafo y otros momentos del texto lo demuestran
“La llamada «conciencia racial» es a la larga tan mortífera y autoexcluyente para el debate y su solución plena, que hasta los líderes del movimiento de la «negritud» como el senegalés Léopold Sédar Senghor (1906 -2001), el martiniqués Aimé Césaire (1913-2008) o el haitiano René Depestre (1926) llegaron a reconocer su tufo racista.”
Si, es necesario usar todos discursos que hagan falta para describir la catástrofe de la división cubana. Debemos seguir la rima de aquellos que dentro y fuera de Cuba van al meollo del tema Afrodescendiente. Pues Guanche, con su texto sobre el racismo, como un maestro de esgrima, viene desarmarnos de ver en Senghor, Cesaire, Fanon, etc, un método con el que lidiar con el problema Afrodescendientes en Cuba; viene a desarmarnos del machete con el manejar “el problema cubano.” No, nosotros somos responsables de escoger nuestras armas, y/o crearlas. No vale repetir un discurso de igualdad nacional cuando la realidad histórica demuestra que después del PIC (1912), después de la revolución, y en la perspectiva de una Cuba sin embargo (Dic. 17, 2014), para nosotros la batalla solo ha comenzado. La historia es muy larga.
Como comenta David Scott en Refashioning Futures (Remodelar el futuro), es imperativo cambiar las herramientas que usamos para analizar y criticar “nuestro” problema, porque no esta en la condición de las herramientas de siempre el poder describir o construir algo diferente y nuevo. Nos toca necesariamente fomentar y respetar “nuestro” discurso.
Creo que es hora de aprender a coser nuestra propia bandera.
Aplausos
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