Por qué los negros son negros


Por: Adonis Sánchez Cervera*

“Los cuentos tienen la virtud de quedar para siempre en el imaginario de quienes los escuchan
(…) ya sea como un recuerdo grato de aquel momento en que los escuchamos
o por el mensaje que nos hayan dejado”.
Mayra Navarro

El cubano vive del cuento, de narrar historias, forma parte de su rutina diaria, y es que ese acto que suele ser espontáneo o deliberadamente formal, ha delineado una identidad propia al habitante de esta Isla, que legitima su gracejo popular. El asunto está en qué y cómo se cuenta, cuestionamiento que pende como espada de Damocles sobre las cabezas de los amateurs, humoristas de teatro y cabarés, o los profesionales de la palabra: los juglares.

Gema Valdés Acosta, en su tesis «Fenómenos del proceso de comunicación en textos orales de origen africano en la región central de Cuba», asegura que en el final de los cuentos es donde se sintetizan las intenciones de dar valoraciones ético-morales de la realidad circundante y logran (…) influir en la conducta de los receptores en cuanto a su visión del mundo y los valores sociales y humanos. Encontramos siempre, según ella, opiniones sobre la vanidad, el poder, la desobediencia, etc. Yo agregaría, que la identidad racial también.

Por ello me resultó interesante la respuesta del público asistente a una de las presentaciones del Festival de Narración Oral Primavera de Cuentos, en su edición de marzo de 2013, en el Café Brecht. Allí, la cubana Mercedes Alfonso, graduada de Historia del Arte, miembro de la compañía Ekelekuá, narradora profesional radicada en Francia, narró un cuento racista: «Por qué… (los negros son negros)», en una gala dedicada a los ancestros, por la que descollaron otras versiones o alusiones a la herencia cultural africana.

La interrogante que da nombre a la narración es respondida por Mercedes Alfonso con la reproducción, en ese texto, de gran parte de los estereotipos que marcan peyorativamente a la negritud; además de incurrir en la deformación de mitos de la cultura popular ya que es un cuento de base folclórica con tono satírico.

Basta adentrarnos en la narración de manos de su autora para advertir que la intención es predominantemente paródica, antiética y los presupuestos ideoestéticos en los que se apoya están fundamentados en una visión preocupantemente racista para una profesional de la comunicación. Acentuado no solo en el cuerpo literario, sino también en su proyección escénica, la cadena de acciones, etc.

En Por qué… tres jóvenes negros cambian el color de la piel para convertirse en blanco, mulato, negro y así determinar su suerte luego de un baño «purificador» recomendado por el «Dios blanco» Olofi –el orisha proveniente de la Nigeria de los yorubas, es suplantado por el Jehová occidental– en su laguna mágica. Solo el tercero no pudo blanquearse completamente y debió «resignarse» con su color natal. La narradora aprovecha el sentido de la trama para otorgarle roles a cada personaje según su color de la piel. Además de Olofi, aparecen el Diablo como protector del personaje negro, Lydia Cabrera y su esclava; esta última es quien narra el supuesto patakí a la Cabreras.

En el cuento de marras, dos colores con sentidos opuestos son dotados de una carga simbólica muy fuerte: lo blanco es legitimado como lo puro, lo bueno, lo asociado a la Divinidad; mientras lo negro es lo impuro, lo malo y la representación del Diablo. Reafirmándolo en el texto a través de axiomas o metáforas: la necesidad de ser blanco es la cualidad de alcanzar el bienestar, la plenitud; los atributos corporales del negro fueron originados por actos violentos y por ende a lo diabólico, descritos en la cadena de infortunios que marcan a este personaje hasta sentenciarlo a una sempiterna servidumbre y baja capacidad intelectual ante el blanco supremo y el mulato sumiso. Rasgos evidentes de un racismo proteico, según definición del investigador Esteban Morales, que “insiste en dar a cada cual ‘el lugar que le corresponde’, a partir de una estructura de clases y poder que les permitió a unos discriminar más que a otros”.

¿El comité organizador leyó o escuchó el texto de Mercedes Alfonso antes de ser aprobada su participación en el certamen?

Por qué... es la antítesis de la narrativa cubana, lo reafirmo. No hubo un ejercicio serio de conciencia crítica por parte de la Alfonso a la hora de seleccionar el texto de su raíz tradicional y adaptarlo para la entrega a un público donde las diferencias raciales con un sensible referente histórico aún latente, marcan el discurso social contemporáneo. Su posición debió ser otra; la oralidad, según la periodista y locutora Lilia Rosa López, es fuente viva de entendimiento y acercamiento entre los seres humanos.

Otros autores como Samuel Feijoo se han paseado de manera digna por esos predios del color de la piel (¿Por qué los negros son negros?, capítulo Mitos de los ¿Por qué?, en su texto Mitología Cubana, recogidos por Feijoo en Las Villas).

Sobre la misma Lydia Cabreras, quien aparece como personaje en el cuento de Mercedes Alfonso en un acto de reivindicación desde el exilio, la investigadora Ana Cairo afirma fue una mujer que “ayudó a difundir una leyenda áurea sobre Cuba, otro paraíso perdido (la etapa colonial y la republicana hasta 1959). En ese cronotopo místico no se realzaban ni conflictos clasistas, ni prejuicios racistas de ningún tipo”; por lo que entra en conflicto total con el cuento de la Alfonso, ya que la autora de El Monte consideraba la narración escénica como un arte “cuya transmisión enorgullecía a los descendientes de africanos”.
Es cierto, hubo aplausos, risas cómplices y gritos estentóreos de ¡Bravo! a los cuales estamos, en ocasiones, mal acostumbrados se vociferen, sin un análisis o cuestionamiento profundo de lo recibido, y apegados, en algunos espectadores, a histéricas demostraciones de su propia pseudocultura. ¿Apelamos diariamente a nuestra conciencia racial? ¿El espectador medio cubano está preparado para identificar de una vez, situaciones de este tipo?

Lo cierto es que antes, desde ese mismo escenario, Mirta Portillo: orgánica, imponente, recitó el poema «Profundamente negra» de Shirley Campbell como parte del espectáculo «Reencuentro» junto a Lucas Nápoles, Clara Nápoles, Juana María Fernández, José Siverio y Juan Manuel Sánchez recitando el poema He regresado a mí de la autoría del propio Lucas, todos invitando al festejo desacralizador de nuestras raíces, con la melodía que siempre acompañó al negro en plena faena.

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Foto: Adonis Sánchez Cervera tomada durante el festival de Narración Oral Primavera de Cuentos (2013)

Después de la presentación de Mercedes Alfonso, le sucedió Coralia Rodríguez narrando «Bailando con los negros» con un final estremecedor, tras regalarnos un poema casi inédito de Pablo Neruda dedicado a África. Otros también recitaron su orikí a la madre legendaria: Falconeris Escobar con «La hija de Obatalá»; Rosa Irene con «Echu y el viento»; Nancy Fernández Rangel con «Yemayá y el pescador».

Los narradores orales son los dueños de la palabra. Su campo de batalla está en el escenario desde el cual legitiman no solo la fantasía de animales que devienen parlantes, los mitos cultivados y venerados por la imaginería popular en la conformación de su propia cosmovisión o las metáforas de la realidad que la vida imprime con su ritmo trepidante; también a través de la enseñanza o moraleja –ambas subyacen en la historia narrada– los juglares logran penetrar, para bien o para mal, por los sentidos del espectador. Por su especial relación con los niños, son sutiles alfareros del espíritu de las generaciones futuras.

Citando al narrador Pep Bruno, narrar implica respetar la historia, el público, al autor del texto seleccionado y a la memoria colectiva. Lección que, al menos con su cuento Por qué…(los negros son negros), la narradora Mercedes Alfonso no ha aprendido.

Fuentes:
. Cairo Ana, Lydia Cabreras: praxis vanguardista y justicia cultural. Antología de caminos. Raza y racismo.
. Dueñas Becerra, Jesús. Lidia Rosa López: La Narración Oral es fuente nutricia de comunicación humana. http://www.uneac.org.cu.
. Lara Cabanas, Ernesto M. Narración Oral, Un buen alimento para el corazón., revista Bohemia, 10 de agosto de 2012.
. Morales Esteban. Desafíos de la problemática racial en Cuba. Antología de caminos. Raza y racismo.
. Pep, Bruno. La función social del narrador. http://www.pepbruno.com.
. Pérez, Esther y Marcel Lueiro. Antología de caminos. Raza y racismo. Editorial Caminos. La Habana, 2009.
..Valdés Acosta, Gema. Fenómenos del proceso de comunicación en textos orales de origen africano en la región central de Cuba. Universidad Central de las Villas, Cuba.

*Adonis Sánchez Cervera es licenciado en Comunicación Social por la Universidad de La Habana, graduado de fotorreportero en el Instituto Internacional de Periodismo «José Martí» y dibujante autodidacta. Ha publicado en la revista cultural «El Caimán Barbudo», Cubahora y Cubarte, entre otros medios cubanos.

Foto de portada «Big Smile» de Georgie Pauwels

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