Por: Milena Recio
Cualquier mérito en Carmen Fiol está ya retocado por el hecho drástico de que es una artista vigorosa a los 92 años.
Hoy se prepara para asistir al desfile de Chanel en La Habana. Lleva semanas preparando el vestido que usará. Nos lo enseña puesto sobre el maniquí. Una pieza lisa, sobria, cubanísima. En el torso, encajes, alforzas, el deshilado tan suyo, tan copyright. Y todo eso sobre una organza que, para quien no lo sepa, es una tela con carácter y transparente. Le digo que ella es muy atrevida al diseñar y se sonríe: “Yo he hecho ropa muy sexy”.
Carmen está considerada una de las más grandes diseñadoras y modistas cubanas de siempre. Con su arte ha convertido la costura tradicional cubana en alta costura. Prefiere el blanco y el beige como colores, y las telas crudas, especiales para este calor que a veces agobia.
Adornos, los precisos. Recurrencias del vestir en el siglo XIX, cuando la elegancia se tropicalizó en la Isla: pasacintas, barretas, entredoses…
Carmen lleva más de 70 años cosiendo. Pero nada en ella lo demuestra. Tiene unas manos de alas de mariposa. Un solo callo que, aclara, no salió de la tanta costura, sino de una etapa dura de su juventud, cuando debió ayudar a su padre a hacer alpargatas. “Doce docenas diarias”, apunta.
Sus dedos terminan en unas uñas finas muy bien cuidadas. Todavía no necesita espejuelos para ver el mundo. Solo algunos detalles se le escapan.
A Carmen no le pesa la vida en la espalda, ni las tantas horas mirando la dejaron encorvada. Al contrario, es una mujer firme y elegante que habla con una suave cadencia guantanamera a pesar de que La Habana la recibió hace más de 50 años.
Las rutinas de una mujer de hilo y aguja
Carmen tuvo hijos, nietos, bisnietos. Algunos la rodean en su casa del Vedado, donde ha construido su palacio a veces vivienda, a veces galería, a veces taller, y donde es ella la jerarca. Otros miembros del clan fueron a hacer sus destinos fuera de Cuba. Pero están cerca. Son proveedores de amor y de los muchos enseres, tiras, encajes, hilos, bordados, pasamanería, galones. ¿Cuánto no habrán tocado esas manos?
Yo nací sin nada
Alta costura, sobre el maniquí, siguiendo la máxima de que ningún cuerpo es igual al otro. En Cuba hay que coser teniendo en cuenta las “espaldas quebradas” de las mujeres: esa es la forma profesional de referirse a los fondillos olímpicos.
El que estudie por mi Método puede hacer maravillas, dice Carmen.
“Me propongo sensibilizar y exhortar a quienes les interese este tema, a no dejarse derrocar por los tropiezos que tengan en el andar por este arte, pues yo los tuve, pero con voluntad, tesón y sacrificio los he sabido sortear y continuar en esta labor cosechando logros. Cada día, cada momento de nuestro andar, aprendemos, pero observar, mirar, escudriñar cada detalle nos permite lcanzar la visión y la memoria fotográfica necesarias para enfrentar las tareas de este arte”. Así dejó escrito en su libro esta maestra.
Este 3 de mayo verá presentarse por primera vez en Cuba, en Latinoamérica, la colección de Chanel que se caracteriza por dialogar con lo local allí donde se presenta.
Algunos de los diseños de la casa de moda parisina quizás tengan de Carmen un guiño, al menos una leve referencia. Cuba toda, al fin, es la inspiración.
Fotos: Ismario Rodríguez
Videos: Claudio Peláez Sordo
Tomado de Oncuba.
Bellisimos trabajos ,manos de oro.
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