Un post caliente, antes de irme a Cuba, acerca de la APROPIACIÓN CULTURAL, así en mayúsculas y a viva voz.
Tengo que decir que llegué a esta discusión hace aproximadamente nueve meses cuando vinieron Las Krudas por primera vez a Alemania. Un día nos sentamos a debatir en la cocina de mi apartamento sobre la petición que hacían les hermanes del colectivo Kanal: cero posibilidad de que personas blanca portaran atributos, peinados, etc, provenientes de otras culturas durante el concierto de dicha agrupación cubana de rap.
Como dije, esta fue la primera oportunidad que me enfrente a la apropiación cultural como tema. En aquella oportunidad no noté que no se trataba de guettos sino de privilegios. Un tiempo después puedo decir que, en mi opinión, no se equivocan quienes le piden a las personas blancas que dejen de traficar con nuestras productos culturales, toda vez que lo que en nosotros es leido como negativo en ellxs es visto como cool y progresista.
Si vamos al ejemplo específico del uso de dreadlocks, las persona negras que los llevamos sabemos que se tienen preocupaciones acerca de la limpieza de nuestro cabello. De manera que la pregunta: ¿cada qué tiempo te lavas el pelo? es muy común para nuestros oídos. Sin embargo, cuando una persona blanca los lleva frecuentemente es entendido como “ponerse en el lugar del otro” o, simplemente, como dije arriba, se lee en ello una señal de un pensamiento de izquierda (cuanto menos). Sobre nosotrxs, personas negras, se tejen prejuicios sobre ellxs, gente blanca, empatía.
Por otro lado, si vamos a otros atuendos como pueden ser el vestuario típico de pueblos originarios, hemos conocido de varios casos en los cuales la persona blanca se ha apropiado y ha comenzado a producirlos y por tanto a enriquecerse con ellos. Hace poco participaba en el festival Massala en Hannover y me percaté de que el 95 % de los puestos de venta de estos productos, que por acá son identificados como «étnicos» (palabra que odio) estaban en mano de gente blanca.
La sociedad legítima entonces la “cultura negra” pero no a los individuos que la portan originariamente. Es como un amor por sus productos culturales: la danza, la música, los atuendos, etc., pero no a los sujetos, gente frecuentemente excluida del poder. Eso explica que en aquel festival de hip hop queer de Bremen, donde participaron Las Krudas, solo estuvieran presentes dos personas negras, una de ellas Pasa Kruda.
Hay quienes se defienden diciendo que intentan ponerse en nuestra piel al llevar nuestros atributos. La verdadera defensa está en dejar de usarlos.
Foto de portada: Richard Masoner
Gracias a Odaymara y Olivia por hacerme llegar su luz sobre este tema.
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