Papucho es un nombre sonoro, tanto que huele a Cuba. Le viene entonces muy bien al habanero Jorge Lázaro Pérez Fraga, para firmar sus obras, esas que comercializa en la ciudad de Bremen (Alemania) a no-sé-cuántos kilómetros de su natal municipio Playa.

Papucho se dedica a las artes plásticas (acrílico y óleo) y también a su comercialización; porque por “acá arriba, quien no trabaja no mama”. “Pintar ha sido mi pasión”, me espeta cuando intento hacerle pensar en la carrera que habría desarrollado de haberse quedado en Cuba, “pero uno puede vivir su pasión donde sea que esté”. Papucho pinta para despejar su propia existencia.

Es hijo de una formación autodidacta, pues de lo que alcanzó a graduarse fue de contador en un tecnológico (Playa Girón) en La Habana. Hasta de policía trabajó en las calles de esa ciudad; pero estudiar-estudiar, en una academia de arte… al parecer no le hacía falta.

Su carrera inicia al terminar su trabajo como agente del orden público, mientras pasaba el servicio militar en la isla. Allá nunca firmó sus cuadros, puesto que jamás pudo conseguir el permiso correspondiente para ello. No le quedó otro camino que dar sus obras para que fueran vendidas signadas por otros.

Sin embargo, se dedicó a pintar y pintar. Aprendió, además, a ser el principal promotor de su obra, destrezas que le han servido de mucho en Alemania, donde ha tenido que llegarle al público tratando  con él personalmente, sin intermediarios, siendo él mismo su propia publicidad, trabajando duro. Desde que llegó acá reprodujo su obra y la ofreció como copias sobre lienzos. Ha expuesto en lugares muy pobres y también muy ricos, ha llegado a combinar a clientes con amigos hasta lograr multiplicarlos.

Su admiración por Monet, Cezanne y Van Gogh está en la base de su propia obra. Lleva 13 años en Alemania y su carrera artística ha sido ascendente, a pesar de los escollos y la necesidad de trabajar, ya sea limpiando habitaciones de hoteles, recortando salchichas en una fábrica, cargando contenedores con paquetes del correo o como jardinero hasta en el estadio de fútbol de Bremen, porque “acá en Europa, regalao se murió”.

“Trabajen todo lo que puedan y lo mejor posible; participen en todo tipo de exposiciones o muestras dentro de su alcance, y si van a vender su obra, es mejor hacer que valga la pena lo que obtienen por ella”, son los tres tips que elabora rápidamente, para artistas plásticos que piensen en emigrar.

Elenco, acrílico sobre lienzo.Papucho ha exhibido su obra en exposiciones privadas en Cuba, aunque le gustaría presentarse en su tierra natal con todas las de la ley, precisamente ahora, que comienza a tener mayores vínculos profesionales con La Habana. Allá le quedaron, además, artistas no reconocidos pero que son de su “vieja escuela” y gozan de su admiración.

“Cuba está viva dentro de mí”, asegura, y es la explicación que encuentra ante la pregunta de por qué una obra tan colorida en un lugar donde durante siete u ocho meses del año hay un cielo tan gris. Explora con avidez el entorno que le circunda y que disfruta a la vez. “El mundo del arte es demasiado grande y lo importante es poner atención a tus pasos, para ver las oportunidades que te puedes crear con un trabajo constante.”

Publicado en El Caimán Barbudo

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