Las negras que (no) tiraron la tiza: (Re)visitando los discursos reivindicativos del rap cubano


Por Maikel Colón Pichardo

“Dijeron negro pero a mí no me contaron…”. Así registra esta emblemática frase de las letras de la canción: “Achavon Cruzao” de “Amenaza”, uno de los grupos pioneros del rap en Cuba. La controversia de estas rimas, aunque con otro significado dentro de la canción, abría un camino de reivindicación dentro de este movimiento, que impulsaba un espacio reflexivo que a día de hoy se mantiene latente.

El rap en Cuba reinventó un lenguaje donde el personaje negro encontró la complicidad para expresar sus más atemperados males. Y así sucesivamente, algunos de sus más destacados exponentes, daban a conocer a sus más fieles seguidores, un discurso, en versión extendida, que denunciaba cada una de las caras que mostraban las prácticas racistas cotidianas dentro de la sociedad cubana. De acuerdo a consideraciones de Roberto Zurbano:

“[…], la importancia que la cultura rapera ha otorgado al concepto de racialidad, al viejo debate sobre el término afrocubano y a la crítica sobre las expresiones neorracistas que han venido emergiendo en la vida cotidiana cubana del siglo XXI. Hay aquí un discurso generacional en el análisis de tales problemáticas que no admite los viejos pretextos con que se ha venido aplazando el debate público sobre las problemáticas raciales en Cuba y que ha logrado resumir, a su manera, todo un itinerario estético-ideológico que incorpora los idearios de Mariana Grajales, Antonio Maceo, Don Fernando Ortiz, Nicolás Guillén, Franz Fanon, Walterio Carbonell, Ernesto Che Guevara, Malcom X, Fidel Castro y Nelson Mandela. El abordaje puntual de controvertidos asuntos raciales como el del “pelo malo”, los cabellos tejidos, el uso de dreadlocks, el “espeldrun” u otros peinados y vestimentas de origen africanos denuncian una afiliación ética, estética e ideológica con las tendencias más diversas del pensamiento anticolonialista, antirracista y revolucionario de todo el siglo XX, presentes en centenares de textos, imágenes, declaraciones y conciertos (Zurbano, s/n: 10-11)”.

En diferentes momentos, las letras de la música rap en Cuba, hacían un llamamiento colectivo. Y a menudo, tanto el ritmo, como la postura desafiante, hablaban de una realidad de prejuicios y discriminaciones raciales. Canciones como “Lágrimas negras” de la agrupación “Hermanos de Causa”, proponían un mensaje social, con un significado pocas veces cuestionado:

“Yo de frente, todo el tiempo realista

no digas que no hay racismo donde hay un racista

siempre y cuando, donde quiera que me encuentre

el prejuicio de una forma u otra esté presente.

Negro delincuente, concepto legendario

Visto como el adversario en cualquier horario…”

Sin embargo, la profundización en este tema tuvo implicaciones limitadas. Se hizo un llamamiento global a las situaciones comunes que generaban las prácticas racistas. Pero en el lenguaje más subliminal, pocas veces se reclamó por las peculiaridades de las discriminaciones que sufrían mujeres negras y mulatas en los avatares de la cotidianidad que sirvió de materia prima para que el rap cubano desarrollara una lengua propia. Esta afirmación está sujeta a un tipo de emplazamiento que refiere al tratamiento de una temática desde un prisma asumido con mayor acierto. En un breve análisis léxico-semántico, dos jóvenes investigadoras cubanas, Yanelys Abreu Babi y Annette Jiménez Marata, manifiestan que: “El discurso de rap es, predominantemente, construido desde la masculinidad. […]. Solo cuando el discurso es elaborado por mujeres se manifiesta un intento de subvertir estos cánones” (Abreu Babi y Jiménez Marata, 2011: 369).

Consecuentemente, el discurso de género y “raza” no fue un tema recurrente. Y en cierto modo, tanto en el rap, como en otros discursos, hubo cierta beligerancia a desafiar las narrativas dominantes y silencios que subyacían en cada escenario, cuando una mujer por su condición racial y de género tenía que enfrentarse a la hegemonía del discurso racista y patriarcal.

Ciertamente este fue un punto de debilidad dentro de un movimiento cultural, que recuperó y redefinió las caracterizaciones negativas de la población negra. Con ello profundizaron en un cambio de representaciones que exigía a gritos una parte importante de la población cubana. Pero el lenguaje quedó preso de la prédica patriarcal. Decía “Anónimo Consejo” en una de sus canciones de mayor compromiso social: “¿Cuál es el problema”: “…Porque es fácil ser hombre; difícil es ser negro…”

Los patrones en ese sentido quedaron estáticos, y este tipo de rimas, abiertamente de crítica social y una postura reivindicativa, no lograban diseccionar y entender el problema más a fondo. De cierto modo, el movimiento necesitaba madurez, fundamentalmente para proporcionar modelos en los que la perspectiva de género estuviera latente.

En contraste, el movimiento tuvo sus peculiaridades. Y aunque los actores masculinos predominaron, jóvenes raperas irrumpieron en la escena, incorporando sus propias lenguas y estilos, a menudo imbricados por los problemas que las golpeaban por su condición racial y de género, poniendo en perspectiva que:

“Las mujeres afrodescendientes pertenecen a los grupos étnicos no dominantes y, por tanto, están condenadas al silencio social. Sus realidades son ignoradas y subvaloradas, en tanto no se reconocen sus derechos, y cuando ello se logra es solo desde el discurso formal y no desde la práctica social. Las mujeres que protagonizan los textos de rap sufren doble discriminación. En primer lugar, por ser mujeres y luego por ser negras. Hay un intento por resaltar su figura y sus valores como ser humano” (Abreu Babi y Jiménez Marata, 2011: 370).

En tal sentido, afortunadamente subieron a escena algunas excepcionales mujeres, que le dieron un toque de distinción importante al movimiento rapero. Magia Mc, una de las mujeres pioneras, integrante del grupo “Obsesión”, comenzó a dirigirse a la audiencia con un nuevo tipo de lenguaje que incorporaba de manera desafiante a la mujer negra en clave reivindicativa, y en el tema “Asere” deja plasmada sus credenciales de presentación:

“Y ahora camíname despacio pa’ que me conozcas

este elemento hembra fuera de rosca espanta todas las moscas;

eso me gusta dijo al escucharme Alberto Tosca

suelto la bemba ya, calcula nene este paquete

que contiene un modelo de mujer que muchos no están acostumbrados a ver

soy Magia la academia literaria…”

Aquí ella conscientemente incorpora en sus letras una práctica de activismo social que de manera contundente generaba una especie de nuevo discurso. Al igual que los estilos de ropa, y los ritmos de la creciente cultura hip hop cubana, las palabras de Magia comunicaban una actitud beligerante ante la opresión racial y de género, poniendo en contexto la deconstrucción de los estereotipos raciales.

En tal sentido, la disección que proponían las artistas raperas continuaba creciendo. Así llegaron a escena “Krudxs Cubensi”, tres mujeres que representaban un modelo poco convencional, y que en sus mensajes pretendían redimensionar los modelos sociales de las mujeres:

“Hay quienes se atreven a decir

que las mujeres y los hombres somos iguales

esperan que me comporte de acuerdo a sus caprichos

¡Sociedad! Lo siento, esa no es mi prioridad…

Representación corpórea de este drama

Se acabó al abuso: victoria pa’ las damas

¡No!, No somos iguales…”

Su nombre artístico refleja su identificación con problemáticas difíciles de digerir. Su música, a día de hoy identificada con una postura abiertamente feminista, intenta impugnar el lenguaje tradicional del rap, patentizado por la cultura patriarcal, y en el que participan modelos convencionales a la hora de expresar sus desavenencias con algunas de las problemáticas que nos rodean. En “Eres bella” proyectan un acto de reafirmación identitaria:

“…Tema dedicación. Dedicado a todas las mujeres del mundo

A todas las mujeres que como nosotras están luchando

A todas las guerreras, campesinas, urbanas

A todas las hermanas…Especialmente a las más negras

Especialmente a las pobres. Especialmente a las más gordas

Soy yo, Pasa MC, nunca nadie te hablo así…”

Este acto forma parte de una manera particular de afrontar los modelos raciales y de género con los cuales son identificadas algunas mujeres. Y es, desde esta perspectiva que reviste una importancia vital, en el convulso momento que vive la sociedad cubana. Así, estos nuevos elementos discursivos se convierten en una herramienta de activismo, con la cual se van generando nuevos argumentos para abordar con mayor celeridad un tema de tanta sensibilidad. Con el rap como arma, “Krudas nos brindan en sus textos diversos tipos de mensajes que evocan fuerza, valentía, energía positiva y sentimientos relacionados con la raza, la identidad y la diversidad (Guillard Limonta, s/n: 48)”.

En este panorama, hemos abordado dos elementos. De primer orden hemos destacado cómo el rap cubano, desde muy temprana edad, ubicó en el centro de su atención la problemática racial presente de muchas maneras en los reductos de la sociedad con la que convivía. Y cada texto, cada rima, promovían de manera bastante consciente unas letras que pretendían desvirtuar los estereotipos raciales que de forma desmedida se habían acrecentado con el impacto de la crisis económica, llamada eufemísticamente Período Especial. Cada canción, que se proyectó en ese sentido, relataba escalofriantes experiencias de las prácticas racistas al más puro estilo cubano.

Al mismo tiempo, de segundo orden, la intersección que producían el género y la “raza”, no encontraba el mismo eco. Aunque, hay que reconocer, que el propio crecimiento del movimiento provocó la aparición de nuevos actores, que en su búsqueda de identidad propia, contraponían identidades raciales que tenían que re-visionar una nueva forma de identidad colectiva por género y clase. De esta manera se fue abriendo un espacio de reflexión dentro del rap cubano que iba identificando un nuevo discurso social y político que establecía sus nexos con algunas pautas teóricas afianzadas en los estudios sobre género:

“(…) las relaciones de sexo-género deben contener las maneras como la raza se instaló en esta región que hoy se llama Latinoamérica y el Caribe y cómo ello ha producido un neocolonialismo, cuyas mayores afectadas son las mujeres, sobre todo las racializadas y pobres, pues ambas opresiones, racismo y sexismo han estado presentes en sus vidas y sus relaciones (Curiel, 2011: 20)”.

Magia, de “Obsesión” y “Krudas Cubensi”, además de crear nuevos lenguajes, y producir conciencia sobre las identidades raciales y de género, van allanando los complejos matices del debate en torno a la “raza” en Cuba, reintroduciendo las discusiones sobre discriminación racial y de género, un binomio que se imbrica espontáneamente, y que además demuestra que la condición de género no es ciega al color y viceversa. Con lo cual, a la hora de perfilar esta perspectiva, hay que saber dibujar la geografía del paisaje racial cubano y sus implicaciones con la condición de género.

A medida que el racismo se fue haciendo cada vez más visible, la cultura hip-hop en Cuba estuvo presente a la hora de denunciarlo. Pero en un punto de mayor dimensión, fueron las mujeres de este movimiento las que alzaron la voz sobre sus experiencias de discriminación. Y además de alabar su ascendencia africana, refiriéndose a su orgullo como negras, señalaron también la ceguera que producía su condición racial y de género, tanto desde el discurso oficial como desde el discurso del rap que habían emplazado sus colegas hombres. De este modo, abrían un frente en el análisis, pocas veces reconocido en el marco investigativo de las ciencias sociales, lo cual implicó la consideración de estas categorías como entes centrales a la hora de abordar las relaciones y las estructuras sociales (Curiel, 2011).

Esta falta de perspectiva y de sensibilización provocó que expresaran sus preocupaciones, y el rap se convirtió para ellas en un poderoso discurso que les permitía propiciar un cambio en el discurso sobre “raza” y género en Cuba. Fragmentos de la canción “Mi belleza”, recogida en el “Disco Negro” de “Obsesión” plantean:

“Mi belleza afronta desafíos y ahuyenta mis titubeos

no es la de revista, no es la que estas imaginando

no es la clásica belleza

eurocéntricamente hablando…”

En contraste, este tipo de retórica también propició el camino para una serie de otros actores, como académicos, cineastas y artistas visuales para abordar con mayor sensibilidad las cuestiones contemporáneas de discriminación racial desde una perspectiva de género. Aun así, resulta importante reconocer el papel de las mujeres negras y mulatas de este movimiento cultural, que potenció un discurso alentador. En consideraciones de la investigadora Yesenia Selier:

“La entrada de las mujeres a esta comunidad y los contenidos que manifiestan en sus temas son expresiones de este conflicto esencial, el de cómo legitimarse en un espacio eminentemente masculino, al mismo tiempo que va a patentizar un cuestionamiento a su lugar en la sociedad y a los problemas que les atañen de manera directa. El espectro que plantean estos discursos se mueve en un continum en cuyo extremo se hayan tanto las temáticas tradicionales como las preocupaciones de pareja, a veces incorporando formas agresivas legitimadas discursivamente, pasando en el intermedio por discursos donde se expresan los conflictos de la inclusión de las mujeres dentro del movimiento, sus necesidades de reafirmación, los conflictos y desacuerdos entre ellas, y en el otro polo; y se sitúan preocupaciones por el estatus de las mujeres dentro de la sociedad, el cuestionamiento a las normativas y expectativas de género, donde hay un llamado a la reacción colectiva de hombres y mujeres, y donde por momentos se reclama la necesidad de ampliar la agenda del debate sobre la mujer incluyendo tópicos peliagudos como el de la homosexualidad femenina, los problemas que padecen las mujeres negras, la violencia doméstica y prostitución (Selier Crespo, 2005: 14-15)”.

Además, todos los tópicos abordados en su discurso favorecieron una refundación de la vida de la calle y de la experiencia de barrios muy particulares en los que se respiran de un modo bastante obvio los escenarios más válidos y reales de la sociedad cubana, en contraste con la versión oficialista que promueven los medios de comunicación y los representantes institucionales.

Así, activamente, y aunque todavía es un tema sensible y que necesita de mayor cobertura, desde el rap se han dibujado algunas de las facetas más controversiales de la vida de mujeres negras y mulatas en su esencia más compleja. De un modo subliminal, algunas de estas líricas han contribuido a reivindicar un espacio de modelos, estereotipos que hasta entonces, contradictoriamente, no habían sido abordados.

En tal sentido, aunque el tratamiento de las interpelaciones entre género y “raza” en la música rap en Cuba aún requiere de un abordaje más profundo, el problema ha sido presentado desde varios de los frentes abiertos por las raperas mencionadas, con lo cual el rap también se convirtió en una respuesta a una generación de mujeres negras y mulatas, identificando varias de sus preocupaciones de fuerte contenido racial. A partir de ahí, hicieron valer su voz y su presencia, en una realidad convulsa que no hacía frente de manera contundente a los efectos imperecederos de las prácticas racistas y cómo estas afectaban a los diferentes grupos de manera particular.

Por ello, las voces femeninas del rap, como movimiento social y cultural, han venido a convertirse en un fenómeno de una dimensión extraordinaria. Sus mensajes, en un sentido abiertamente comprometido, han dado una coherencia reivindicativa a sus letras, reavivando el debate sobre igualdad dentro de la sociedad cubana, con significados renovadores.

Han pasado ya más de dos décadas en las que el rap cubano ha expuesto con rimas pegadizas, algunas de las problemáticas más complejas de la cotidianidad cubana. Y aún con las carencias que han tenido que enfrentarse a la hora de llevar adelante su producción musical, ha sido capaz de proponer nuevos modelos, y apropiarse de formas de reivindicarse a sí mismo.

Su impacto social ha sido importante. Y aunque hay que reconocer que la crítica política ha aglutinado mayores seguidores y mayor receptividad, la problemática que hemos presentado, también ha ocupado un espacio considerable para algunos de los artistas del rap mencionados, y el público. Todavía hay nuevos lenguajes por abordar, y consecuentemente, se den lograr movilizar mayores audiencias, de todas las generaciones, que se sientan identificadas con las luchas discursivas que representan algunas canciones del movimiento rapero. Además, hay que continuar haciendo hincapié en ciertos temas, que de un modo muy particular contribuyen a desafiar las representaciones dominantes que proporcionan los lenguajes de género y “raza”.

Hoy día, el movimiento rapero en Cuba no vive sus momentos más felices. Sin embargo, las pocas agrupaciones que continúan proponiendo debates y reflexiones en sus canciones, esperamos que continúen contribuyendo a cambiar los términos del discurso sobre género y “raza”. Cada letra y cada ritmo pueden facilitar un cambio sustancial a la hora de enfocar algunos de los problemas más complejos que afronta nuestra sociedad, puesto que de manera bastante explícita, sus mensajes reflejan profundamente nuestras contradicciones, el tema de la discriminación racial, y los dramas de las prácticas machistas.

BIBLIOGRAFÍA CITADA:

Abreu Babi, Yanelys y Anette Jiménez Marata. “Un análisis léxico-semántico del discurso sobre la mujer en el rap cubano”, en Daisy Rubiera Castillo e Inés María Martiatu Terry, Afrocubanas: historia, pensamiento y prácticas culturales. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2011, pp.362-371.

Curiel, Ochy (2011). “Género, raza, sexualidad. Debates contemporáneos”, Disponible en:

http://www.urosario.edu.co/urosario_files/1f/1f1d1951-0f7e-43ff-819f-dd05e5fed03c.pdf.

Guillard Limonta, Norma R. (s/n). “Krudas. Género, identidad, sexualidad y comunicación social en el hip-hop”, en Movimiento, no.4, pp.46-49.

Selier Crespo, Yesenia (2005). “Movimiento de Rap Cubano: Nuevas identidades sociales a través de la cultura Hip-Hop”, Disponible en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/becas/2005/demojov/selier.pdf.

Zurbano, Roberto (s/n). “Se buscan: textos urgentes para sonidos hambrientos (Siete nota de viajes sobre el hip hop cubano en los 10 años del Festival de Rap de La Habana”, en Movimiento, pp.7-11.

 

Foto: Fora do Eixo/Flickr
Tomado de Cubaposible.

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