Historias cotidianas de racismo en Alemania


Días atrás anduve por un lindo pueblo que queda a las orillas del lago Steinhuder Meer en Hannover Region. Me fui a allá disfrutar el sábado junto a la compañía de mi amiga y viví un episodio de racismo, que, si no fuera porque ella fue testigo del mismo, algunas personas no demorarían en llamarme «negra acomplejada».

Pues llegamos a un Biergarten (versión alemana de una cervecera al aire libre) que justo delante tenía un restaurante que además tenía una especie de jardín con muchas mesas. Yo, que no como lo que se suele vender donde se expende dicha bebida, preferí mirar la carta del segundo.

Luego de tomarme unos minutos en escudriñar el menú, me dirigí al dependiente, de origen italiano le escuché decir minutos antes, para preguntarle dónde me podía sentar. De manera inmediata y en tono de joda, este hombre me dijo que todas las mesas estaban ocupadas, que viniera mañana; a lo que respondí que HOY era que yo estaba allí y que ni siquiera vivía en ese pueblo. Le dí la espalda y fui a sentarme a la mesa del Biergarten.

Enmudecí por varios minutos. En mi interior nacía la duda sobre el por qué de la negativa del camarero. Ni todas las mesas tenían el cartel de RESERVADO, ni tampoco él me ofreció otra opción para que yo pudiera disfrutar del lugar, teniendo en cuenta que también tenía un área techada, donde presuntamente también hubiera podido sentarme.

Mi amiga notó entonces mi silencio y me preguntó qué pasaba. Con cierta incertidumbre le conté lo sucedido, pero le pedí seguir disfrutando de nuestra tarde sin que aquel incidente nos hiciera cambiar de ánimo. No obstante, ella se mantuvo atenta a una pareja que igual que yo buscaba donde sentarse y me advirtió, que si eran atendidos pues iría a reclamar.

Así fue, la pareja de personas blancas, presuntamente alemanes, se sentaron en el área que desearon, luego de esperar unos minutos porque aquel hombre que parecía el capitán o al menos era quien ubicaba a los clientes.

Entre perpleja y molesta, se levantó y se dirigió al interior del mencionado restaurante, y preguntó por una mesa para dos. Quien la atendió en ese momento le indicó una, muy cerca de la puerta de entrada, y desde la cual se leía un pequeño cartel: «La vida es muy corta. Comienza por el postre».

Así verificamos que, efectivamente, había espacio en aquel lugar para que yo una persona, no importa el color de la piel o el acento que tenga, pudiera acceder a los servicios allí prestados y además pagará por ellos.

Esto sucedió en la Alemania de ahora mismo, esa que algunos llaman la locomotora de Europa. Y si, la vida es muy corta. El racismo no pudo con nosotras. Comimos deliciosamente.

Foto de portada: Lu Yu

Un comentario en “Historias cotidianas de racismo en Alemania

  1. Mi reina bella, en Alemania y cualquier parte del PLANETA, hay RACISMO, yo fui victima de ella por ser hija de una persona de color, mi abuela nos identificaba como lis hijos de la NEGRA, debo confesarte que yo también he sido racista y trato de no serlo! He nacido de una mujer de color que me enseño a ser una buena persona y enseñar a cocinar , lavar , planchar etc… y puedo decir ahora despues de vivir 21 años en Alemania que me gané el pan con lo que mi madre de color me enseño hacer, tengo 4 hijos y una nieta de diferentes colores y personalidad, AMO A MI MADRE, se llama Lery Estela es una morena hermosa trabajadora y luchadora, ES MI MADRE LA QUE ME LLEVÓ EN EL VIENTRE, debo pedirle PERDÓN, hace 15 años que no la veo, no sigo porque no terminaria esta historia, sigamos luchando con nuestro entorno y con nosotros musmos para que se ponfa FIN a este RACISMO….

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