Por Alejandra Londoño
Hoy escuché a Epsy Campbell en la W radio, mujer negra afrodescendiente que acaba de ser elegida como vicepresidenta de Costa Rica.
Epsy es una social demócrata brillante. Escucharla es maravilloso; ella es contundente y sabe muy bien para qué pueblo trabaja desde ese lugar en el que ahora está. Amé sus respuestas sobre Venezuela y amo muchos de los llamados que hace.
He leído la alegría de quienes la conocen o de quienes, sin conocerla, celebran ese lugar que ella ahora ocupa. También he leído a la gente quejada que la cuestiona, que la critica, que salió con lengua afilada y supuestamente radical y desafiante, a cuestionar a una mujer negra liberal e institucionalizada, gente que incluso se atrevió a comparar a una activista política como ella con Obama (es que en serio…).
Yo estoy en orillas bien diferentes a Epsy. De hecho, podría también tener muchos debates y preguntas con algunos de sus planteamientos; sin embargo, no es eso lo que ahora me convoca. Más bien me convoca pensar en estas mujeres que, como ella, se atreven a estorbar de verdad, verdad, mujeres como Epsy que llenas de vida y entusiasmo llegan a ser voz en las esferas de la política más institucional.
Y con todo esto pienso, por ejemplo, en Marielle. ¿Qué extraño que salgan a destruir a Epsy, pero ante el asesinato de Marielle no salieron a decir que era otra negra institucionalizada?
La pregunta está fea y densa, pero es que mujeres negras como Epsy, Marielle Franco y Gaby Moreno tomaron decisiones, y sí, decidieron hacerlo desde las estructuras de poder más jodidas, coloniales y racistas, pero decidieron hacerlo y esa no es una decisión cómoda; por el contrario, puede costar hasta la vida misma, porque ellas sí que representan un riesgo para las hegemonías.
Y pues no, no son las que acumulan la fama o el reconocimiento que puede otorgar ir de arriba pa’ abajo reproduciendo palabras que de campo, selva o barrio poco tienen, ellas decidieron salvar vidas, enfrentar al mounstruo desde otro lugar y por eso en ellas también soy. Ellas reciben toda mi admiración, para ellas ni un ápice de misoginia, para ellas mucho amor, fuerza y rebeldía aún estando en ese nido de maldad. Para las que están en este plano terrenal o para las que ahora son estrellas multiplicadas en miles de voces.
Imagen tomada del muro de Alejandra Londoño.