Querida gente mía: negra, afrodescendiente, afrolatina, afrocubana,
Que una persona negra decida denunciar el racismo y la discriminación racial no significa que se victimice, sino todo lo contrario. Esa persona ha desarrollado cierto nivel de conciencia racial y es capaz de distinguir su experiencia personal de lo que significa el racismo en la sociedad supremacista blanca cisheteropatrarical. Se trata de un «despertar racial» equivalente al «ponerse las gafas violetas» del feminismo. No se está «llorando por la herida». Es pasar del yo al nosotres.
Querida gente negra, piénsatelo bien antes de acusar a otra persona afrodescendiente, que denuncia el racismo, de racista. Repito: Piénsatelo. Dale siete vueltas a la lengua en la boca. Sé empático: que no hayas vivido el racismo en tu piel no quiere decir que no exista. Créele o simplemente dale el beneficio de la duda. No puedes intentar anular dichas vivencias, muchas de ellas profundamente traumáticas y dolorosas, porque según tú se está victimizando.
Querida gente negra, no todas las personas pueden levantarse y sacudirse el racismo del hombro y seguir caminando como tú lo has hecho. Existen personas que viven varias exclusiones a la vez, atendiendo a su procedencia social, identidad género, orientación sexual, capacidades, etc. Te repito: ponte en sus zapatos o al menos respeta sus experiencias de vida.
Querida gente negra, muchas personas tienen de una manera u otra privilegios, los cuales se gozan en detrimento de quienes no los poseen. Eso no quiere decir que haya que dejar de disfrutarlos; sin embargo, sería ideal poder ser consciente de ello. Por tanto, que acuses de victimismo a una mujer negra rural que denuncia su poco acceso a la educación o a los servicios de salud, por ejemplo, y que le digas «sal adelante, depende de ti», te convierte en parte de la opresión. De ninguna manera ponerse como ejemplo, aludiendo nuestros privilegios, es la solución. Sería mucho más efectivo y justo si los pones en función de las personas excluidas y marginalizadas. «En qué te puedo ayudar» va a resultar siempre una manera de mostrar solidaridad, consideración y respeto. No se trata de hacerle la labor a los otros, sino de ayudarles a encontrar un camino, el cual no necesariamente tiene que ser el nuestro.
Como se dice en República Dominicana: «el corazón del ñame solo lo sabe el cuchillo».
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