Hace pocos días tuvo lugar en las redes «cubanas» un álgido debate a propósito de un post que, intentando denunciar el sacrificio animal en la Santería o Regla de Osha, condujo a que afloraran, una  vez más, una serie de actitudes, creencias y estereotipos racistas.

Reconozco la validez de la preocupación sobre sacrificio animal en el rito religioso. También las llamadas de atención acerca del impacto de los rituales que se realizan en plena calle a la vista de todes, —los que para mi sorpresa cada día son más frecuentes (yo misma presencié uno en mi la calle donde vivo en La Habana— tanto en el medioambiente como en la exhibición y la consecuente naturalización de la violencia.

Ambas situaciones también me preocupan, y apoyo la alerta en este sentido. No consumo producto animal alguno. Esa es la manera que he encontrado de proteger a los animales. Además, soy practicante de la Osha que no cree necesario el sacrificio animal. Así intento que exista coherencia entre mi actuar y lo que creo.

Yo me siento tan comprometida con el animalismo como con el antirracismo y la justicia social. Por eso me pregunto: ¿Será posible reflexionar sobre estos asuntos sin tener que llegar a irrespetar y calificar negativamente a sus practicantes y a una religión en específico, como sucedió en el debate de marras?

El intercambio de comentarios me dijo que estamos aún lejos de lograrlo. Por demás, no es la primera vez que observo que al tratar de emitir mensajes sobre la responsabilidad para con los animales se recurre al racismo, al clasismo, al elitismo, etc. En casi todas las oportunidades he pasado de largo, he leído los cientos de comentarios vejatorios, discriminatorios y he continuado. Hasta hace muy poco escogí hacer mutis y apoyar la causa ambientalista-animalista per se. Sin embargo, ha comenzado a inquietarme la recurrencia de la mezcla animalismo-racismo.

En varias oportunidades he debatido este asunto, publica y privadamente, con activistas animalistas envueltas en crear redes de adopción y en presionar para que exista una ley de protección animal y por el bienestar animal. En esas conversas hemos llegado a la conclusión de que un animalismo sin humanismo no es posible.

A diferencia de quienes creen que lo anterior es evidencia del odio entre los humanos, yo creo firmemente que es una cuestión de información y de respeto a la dignidad humana. Sobran las pruebas de que se pueden ofrecer mensajes positivos, que logren mover la sensibilidad de cierto número de personas, y son veraces, justos, humanos, lo único que necesitamos para ello es leer, preguntar, conversar, escuchar, dejarnos asesorar.

El animalismo necesita de todas las personas, independientemente de su religión, y de lo que cada una de ellas puede ofrecer. El antirracismo y el humanismo también necesitan de todes. En la búsqueda del bienestar para los animales también el trato digno de los seres humanos ha de ser prioridad, dado la necesidad imperiosa de la sostenibilidad de esta lucha, la cual conlleva la educación en valores como la solidaridad, el altruismo, la horizontalidad, la sensibilidad, etc.

Les toca a las nuevas generaciones continuar trabajando por un mundo mejor para todos los animales, incluido el homo sapiens, con toda su diversidad de identidades posibles. Solo un mejor ser humano podrá ser una mejor compañía para los animales.

Foto: Lum3n.com de Pexels

Una respuesta a “No hay animalismo sin humanismo”

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    Carmen Centeno

    Querida Sandra: el día 13 de febrero presentaré mi libro La belleza no existe en la Feria del Libro. Me gustaría saludarte Cariños de Carmen Enviado desde mi iPhone

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