Miguel Barnet
Presidente de la UNEAC.
Estimado Miguel:
Acabo de conocer lo acontecido con Tomas Fernández Robaina el pasado día 21 de marzo en el marco de una reunión de trabajo convocada por la Comisión sobre Aponte, adscrita al proyecto de “Lucha contra el racismo y la discriminación racial” de la UNEAC. Considero que arrojar cuestionamientos políticos a un intelectual de la trayectoria de Fernández Robaina, cuyos méritos no necesito enumerar por ser archiconocidos no sólo dentro la comunidad intelectual cubana sino también internacional, por manifestar de manera clara su posición a favor de las acciones de empoderamiento, el activismo antirracista directo con la gente de a pie, y a favor del debate público sobre la discriminación racial en Cuba, además de irrespetuoso e inaceptable, constituye un hecho que por su trascendencia es necesario analizar con toda la fineza y diferentes lecturas que el mismo sugiere, por dos razones fundamentales, primero: dicho incidente no sólo lo involucra a Fernández Robaina, sino también a un grupo de intelectuales, activistas y proyectos que dentro de Cuba, de una manera u otra, defendemos públicamente esta posición, y en segundo lugar: dicho cuestionamiento político, acaba de producirse en los días previos al Congreso de la UNEAC, por el compañero Heriberto Feraudy presidente de esa comisión de trabajo.
Al escuchar las impugnaciones hechas a Fernández Robaina, no puedo dejar de pensar en el costo atroz que, durante la década del setenta, tuvieron para la creación y el pensamiento sociocultural cubano los emplazamientos “políticos” e “ideológicos” de este tipo, y en todo su dogmatismo y mala fe, y que ahora, al parecer, de manera táctica intentan re-posicionarse en la escena del debate sobre la problemática racial cubana. Por lo que tales impugnaciones hechas desde pretendidas posiciones ideológicas y de “compromiso” del intelectual con la Revolución, además de inaceptables, introducen una serie de disyunciones y fisuras con los debates que hacia enero del 2007 protagonizó la UNEAC y el Centro Teórico-Cultural Criterios con respecto a la urgente necesidad de una memoria colectiva y la reflexión pública sobre aquel período y sus secuelas, al tiempo que podrían leerse como un repliegue en la madurez y los espacios de reflexión conquistados por la cultura y la intelectualidad cubana en las últimas décadas, amén del oportunismo y la voluntad de protagonismo que suelen cobijar tales emplazamientos.
Estimado Miguel, como usted sabe los actores que en la actualidad estamos enfrascados en el debate y activismo contra la discriminación racial en Cuba, no somos un bloqueo homogéneo. Hablamos desde experiencias generacionales, imaginarios, identidades genérico-sexual, soportes enunciativos diferentes, provenimos de disímiles áreas de la sociedad, la cultura y el saber, tenemos formaciones teóricas y estéticas diversas, a partir de ellas articulamos el relato de nuestra memorias y nuestras respectivas miradas y discursos sobre nuestro cuerpo racializado y/o contra de todo tipo de discriminación. Sin embargo, tenemos en común el hecho de enunciar y dilucidar nuestras interrogantes, inconformidades y puntos de vistas desde este aquí y ahora, seguros de que el verdadero compromiso político en esta lucha, presupone un elevado ejercicio de talento e inteligencia, sólo desde ellos podremos dar fe de pertenencia y amor a esta Isla donde el año dura tantos meses.
Finalmente, le hago público mi profundo malestar e indignación ante tales descalificaciones políticas, y tengo la confianza de que la UNEAC, como siempre, hará todo lo posible para solucionar con la prestancia posible este incidente.
Fraternalmente,
Alberto Abreu
Cárdenas, 25 de marzo del 2014.
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