“For Blacks in Cuba, the Revolution Hasnt Begun”, una lectura a partir del rumor. Por Alberto Abreu Arcia

Por Alberto Abreu Arcia

Confieso a los lectores de Afromodernidades que no he cesado de divertirme con las reacciones que en los últimos días ha suscitado en algunos círculos intelectuales de la Isla la aparición del texto de Roberto Zurbano “For Blacks in Cuba, the Revolution Hasnt Begun”, el pasado domingo 3 de marzo en el diario The New York Times.
Alberto Abreu y Roberto Zurbano
Varios colegas y con las suspicacias coloquiales típicas de nuestros salones literarios, a través del teléfono, no han cesado de solicitar mi opinión sobre este escrito, al tiempo que dejan entrever este o aquel reparo. Por ejemplo: X con quien suelo sostener largas charlas telefónicas en las que intercambiamos chismes y nos ponemos al día de los últimos eventos del mundillo literario. Me llamó el martes para informarme de la salida del texto. Como siempre ocurre, con sus llamadas telefónicas desde La Habana a mi casa en Cárdenas, cuando tiene que comunicarme alguna novedad, en su tono de voz fue adquiriendo el aire de malicia con el que, a veces, suele echarme en cara mi desinformación y lejanía. Como si los 280 pesos que mensualmente pago por consumo telefónico no le dijeran nada. Luego hizo una pausa y con tono continente agregó, que se trataba de un texto muy atrevido, (repuso teatral, mientras alargaba levemente el sonido de la última vocal.) Me informó, además, que poseía una versión al español del texto, pero que por previsión no se atrevía a enviarme por correo electrónico. En los días sucesivos, mientras el rumor se extendía por toda la ciudad, no atendió a mis llamadas telefónicas para no verse obligado a conversar sobre el tema.
Decidí llamar a Zurbano, quien me comentó que también había recibido varias llamadas de amigos preocupados por el contenido del artículo, que no habían leído. Entonces, tratando de respetar las restricciones del contrato que firmó con The New York Times, le propuse reproducirlo en Afromodernidades.
Otros colegas, a quienes le envíe el anunció de la aparición del texto de marras en este blog, no acusaron recibo ni emitieron comentarios como acostumbran hacer con entregas anteriores de Afromodernidades. Como estoy acostumbrado a leer los silencios, me di cuenta que como es “usual” en estos casos, existen quienes, antes de hacer pública su opinión, esperan a que ciertos personajes allegados a los espacios de la oficialidad den a conocer la suya.
Como podrán darse cuenta, hablo de un texto cuya primera recepción se articula desde el rumor. Algo verdaderamente paradójico si tenemos en cuenta que el soporte enunciativo desde el cual se posiciona el autor para su enunciación tiene como atributo fundamental la inmediatez: la rápida circulación y socialización de la información en un espacio transnacional. Aquí debo añadir un dato que considero ilustrativo: el texto como dije apareció el 3 de marzo en el The New York Times y la llamada de X fue el lunes 25, cuando habían transcurrido más de veinte días de su aparición y ya varios blog y sitios web en el mundo se habían cansando de comentar el texto.
Aquí, me veo obligado a ser una aclaración: escribo este comentario desde Cuba donde las restricciones e impedimentos del cubano para acceder a internet resultan archiconocidas. A partir de esta limitación se entenderá por qué el rumor, en este caso, actúa a manera de suplencia y viene a poner de manifiesto la precariedad y desfases de nuestras prácticas intelectuales y la condición periférica, subalterna de nuestro habitus intelectual.
Antes de seguir con este análisis, es necesario dejar a un lado todo chovinismo y la presunción del aldeano vanidoso para reconocer que el rumor -como gramática de lo social- no sólo es una práctica discursiva típica del subalterno, sino que desde sus múltiples formas y su condición fonocéntrica el rumor expone grietas, pliegues, desacuerdos; establece juegos entre lo dicho y lo desplazado. Su producción apela a la huella, el fragmento, lo entrecortado, lo incierto, ante un hecho silencioso, inasible.
Pero, ¿a qué se debe ésta alharaca y suspicacia que ha provocado por estos días la recepción en los círculos intelectuales de la Isla la publicación de “For Blacks in Cuba, the Revolution Hasnt Begun” en el diario The New York Times? ¿Tendrá este hecho que ver acaso que ver con nuestra mala memoria? ¿Con la costumbre de no leernos entre nosotros?
Si exceptuamos a algunos problemas como el cambio del título y otros relativos a la traducción del texto al inglés __como Zurbano mismo reconoce en la nota introductoria al texto de marras que publicamos hace unos día en Afromodernidades__, en “For Blacks in Cuba…” no hay un solo punto de vista que su autor no haya dicho con más densidad conceptual, grado de problematización, agudeza y hondura crítica en comentarios radiales, televisivos, fórum o en textos suyos como publicados en Cuba. Ni siquiera en este texto que acaba de aparecer en el The New York Times, por las propias exigencias comunicativas que modelan y limitan el lenguaje del hablante en este tipo de medio, su autor llega a aludir a conceptos tan atrevidos y controversiales como los de triple conciencia criolla negra y neoracismo acuñados, hace tiempo, en otros ensayos suyos publicados en Cuba, estoy pensando en: “Se buscan: textos urgentes para sonidos hambrientos”, “El triangulo invisible del siglo XX cubano: raza, literatura y nación”, “Vengo del mercado, del silencio”, “Cuba: doce dificultades para enfrentar al (neo)racismo o doce razones para abrir el (otro) debate.” .
Estos títulos que acabo de ofrecer nos remiten a una paradoja, que nuevamente enunciaré a manera de interrogante: ¿Cómo es posible que los referidos textos, y sus consecuentes categorías, a pesar de haber sido publicados en Cuba, sus lectores y receptores más atentos no hayan sido, precisamente, los de nuestra comunidad interpretativa cubana, sino los del mundo académico norteamericano? Recuérdese la polémica generada entre Jesús Barquet y María Isabel Alfonso a partir de la lectura de “El triangulo invisible del siglo XX cubano: raza, literatura y nación” en dos textos que también han tenido una amplia circulación dentro de Cuba.
¿Será acaso que gracias a “For Blacks in Cuba…” Zurbano comienza a ser atendido como autor dentro de la Isla? Y, aquí, inevitablemente emerge otra interrogante: ¿Será para bien o para mal?
Después de las razones que acabo de exponer coincidirán conmigo que el rumor con que “For Blacks in Cuba…” ha suscitado entre nosotros, no se debe al texto, ni a sus diagnósticos y pronunciamientos (el qué); sino a su soporte enunciativo (el espacio donde se localizan y generan los verdaderos recelos, dramas y dilemas tanto del discurso político como de la academia cubana y nuestras prácticas intelectuales.)
Tengamos en cuenta que estamos hablando de un campo intelectual donde el letrado todavía sigue cultivando un culto desmedido a la letra impresa, a esos dispositivos de disciplinamiento y control del otro que Julio Ramos socarronamente ha denominado el saber decir; una escena donde las miradas deconstructivas, los nuevos universos problemáticos y los cambios de paradigmas dentro del pensamiento latinoamericanista que proponen de los estudios culturales, subalternos, poscoloniales, decoloniales, (todo lo post), continua siendo una excentricidad teórica, mirados con desconfianza por quienes administran el saber, ostentan el poder interpretativo y la autoridad de enunciar. Algo verdaderamente contradictorio para un país que continuamente se precia de su vocación y condición latinoamericanista.
Reflexionando en esta misma dirección, podría decirse que la aparición de “For Blacks in Cuba…” en un enclave como el The New York Times deviene en un emplazamiento o interpelación simbólica. Si tenemos en cuenta que se trata de un texto que se inscribe en estas luchas culturales, por la diferencia, contra la exclusión y la discriminación racial, a favor del otro, donde el hablante hace uso y actualiza todos los espacios tecnológicos propios de un sujeto que se desenvuelve en un mundo post/transnacional. En un nuevo milenio donde, por mucho que nos duela, la imagen, lo virtual y sus tecnologías han desplazado a la metáfora, al protagonismo de la letra impresa y de lo consagradamente literario.
Entre nosotros pocos intelectuales como Zurbano han venido siguiendo desde hace años las revueltas teóricas de los estudios culturales: las estrategias comunicativas y enunciativas de su praxis crítica para intervenir en el mundo contemporáneo, de sus efectos subversivos, decentralizadores de las dinámicas centro-periferia, hegemonía-subalternidad en estos nuevos escenarios signado por la translocalización del conocimiento, y de cómo aprovecharlas a favor del subalterno, sus luchas culturales burlando todo intento de hegemonía y control discursivo. Recuérdense que él (Zurbano), además de ser un atento lector de Cornell West, Hall, Homi K. Bhabha y de la teoría poscolonial y subalterna, se define a sí mismo como crítico cultural.
Qué escozor me sobrecoge al ver como el mundo cambia, como se ensanchan, re-for-mu-lan las cartografías del saber, los conceptos. Como los viejos paisajes de la modernidad se diversifican, se fragmenta, sucumbe bajo el efecto sedicioso de las redes globales y de los massmedia, mientras nosotros seguimos persiguiendo comas mal colocadas, las asonancias o cacofonías del texto escrito, hurgando en el ethos y los fundamentos ontológicos de la crítica literaria, garante de seculares silencios y exclusiones.
“For Blacks in Cuba…” nos llega desde un soporte enunciativo, que si bien no resulta una novedad para nadie en otra parte del mundo, sí se presenta como un hecho inusual, atípico para los posicionamientos, estrategias enunciativas y comunicativas que tradicionalmente ha empleado el discurso oficial cubano para explorar y dirimir estas problemáticas de la racialidad negra y otras relativas a las políticas culturales de la diferencia dentro de Cuba.
El hablante en el texto de Zurbano se sitúa en un espacio transnacional, virtual, en uno de los enclaves o circuitos centrales no sólo para la circulación de la información, sino para la producción y reproducción de sentidos. Y en consecuencia asume todas las mediaciones, negociaciones y riesgos que este hecho supone. El mismo Zurbano no esconde su fascinación por este hecho cuando en el e-mail que hizo circular entre sus colegas, y que publiqué en este blog apunta: “ellos deben reportarme la cantidad, calidad y clasificación de la recepción del texto, cosa que me interesa mucho. Hasta hoy miércoles tiene 12 640 comentarios (que no es posible leer), pero el sistema de clasificar la recepción es bien interesante.”
A ellos sumémosles las suspicacias “ideológicas”, la persistencia en sutiles desciframientos estéticos y políticos del texto escrito, que como rezagos de viejas políticas interpretativas en las que fuimos formados en la década del setenta y de nuestra pasión desmedida por la letra impresa, siempre suscitan entre nosotros cada texto o ademan escritural. Y el segundo orden, las miserias, recelos, envidias, afán de protagonismo o liderazgo, del que no están libres en Cuba estas luchas contra la exclusión, la marginalidad y discriminación racial.
En fin, que tras la controversial recepción que está teniendo este texto en Cuba, subyacen otras razones, que no tiene que ver precisamente con los enunciados del texto de Zurbano, ni mucho menos con la racialidad negra, sino con los nuevos soportes y paisajes enunciativos que han abierto los dispositivos tecnológicos, los cuales ponen en crisis, dislocan todo intento de autoridad y control discursivo, sino también aquellos fundamentos de totalidad, generalidad, universalidad, que durante mucho tiempo sirvieron de garantes de la autoridad del intelectual moderno, y de su poder para enunciar la “verdad”.
Como ven mi comentario a “For Blacks in Cuba, the Revolution Hasnt Begun” ha atendido más al fenómeno generado por su recepción; a eso que Roberto Schwarz llama “las ideas fuera de lugar”, refiriéndose a los contrasentidos, asimetrías y disparidades que provocan ciertas prácticas intelectuales e ideas de generadas en países centrales cuando son insertadas en realidades y contextos intelectuales periféricos.
Ello responde a una razón muy simple: si bien para los lectores de otras partes del mundo es una “sorpresa”, enterarse a través del The New York Times que en Cuba existe discriminación racial. En cambio, aquí, donde estos temas se debaten a camisa quitada (tengo la esperanza de que un día alcancemos la completa desnudez. Y lo digo, claro está, aunque a mí mismo me cueste creerlo, sin ningún asomo de lascivia); el sentido común me aconseja no hacer caer llover sobre lo mojado, no insistir sobre diagnósticos, ideas, pronunciamientos, reclamos de justicia social sobre los que, entre nosotros, ya se han escrito libros, artículos, etc. No empantanar el debate sobre una problemática que, por ser crucial para el destino de la nación, ya está reclamando transitar por otros senderos, de articular estrategias comunicativas, prácticas intelectuales y simbólicas, como ésta que nos ocupa, más acorde con el mundo en que vivimos, el cual no es precisamente el de la negritud; sino de la post-negritud, de los negras y negros, mulatas y mulatos del siglo XXI.
Aguardemos pues la salida del texto primigenio en español para tranquilizar el rumor. Y como decía un comentario a “For Blacks in Cuba, the Revolution Hasnt Begun” dejado por un lector de Afromodernidades: “Confiemos que…”
Cárdenas, 4 de abril del 2013.

NOTA:
A punto de subir este comentario al blog comenzaron a llegarme las diferentes reacciones de los espacios oficiales a “For Blacks in Cuba, the Revolution Hasnt Begun”, las cuales reproduciré aquí, en la próxima entrega.

Tomado de http://afromodernidades.wordpress.com/

3 comentarios sobre ““For Blacks in Cuba, the Revolution Hasnt Begun”, una lectura a partir del rumor. Por Alberto Abreu Arcia

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