Felicia

Perdí la voz. Fueron varios minutos gritando como una loca. Es que una mujer con esa belleza despampanante, que desafiaba cualquiera de los calendarios posibles, tenía que ganar el premio en aquel primer concurso de belleza afro en Cuba. Sin embargo, el regalo me lo dio la vida, cuando sentada en un muro en una calle perdida del barrioSigue leyendo «Felicia»