Me comenta un amigo que un conocido le ha dicho que yo, Negra cubana, tengo complejo de inferioridad, y que por eso reacciono desproporcionadamente a un texto como el que pulula por las redes en estos días y sobre el cual más abajo les comentaré. Pero el tema no ha quedado ahí, el joven me ha comparado con Posada Carriles y yo me río, hasta donde es posible, y pienso que sí, que cuando se habla de racismo en Cuba las personas pueden llegar a confundirse profundamente, sin embargo siempre podemos descubrirles.
Entrando en el tema de este post, ayer una amiga de Fb, con quien tengo diferencias en determinados puntos, pero que el interés por una Cuba mejor nos auna, me compartió por privado el enlace de un artículo de opinión del periodista Elías Argudín. Ella supuso que yo pondría el grito en el cielo… y lo que hice fue acostarme a dormir (depende del día me niego a leer ciertas cosas). Luego la avalancha de amistades comentándome y el sonido insistente del chat de Fb me despertó y me encontré la ultima joya del racismo antillano.
Podría pensarse entonces que este amigo del amigo, valga la pertinente redundancia, es una de las personas que permitió que un texto con un título tan fuera de tono, falta de respeto y racista llegará a ser publicado en el periódico de la capital cubana, porque si él es capaz de igualar a una activista como yo con un asesino como Posada Carriles no tiene idea de las implicaciones como un texto como este y tampoco acerca del racismo y la discriminación racial en Cuba. De manera similar, podría ser él quien mandó a borrar los comentarios que en Tribuna estaban y cuestionaban abiertamente el texto, como expresión mayor de sordera acrítica.
A mi mente de mujer cubana de 42 años viene más de un slogan o frase que se le dedicaron a presidentes de los Estados Unidos, y recuerdo también haberlos coreado. Sin embargo, si mi memoria no me falla a ninguno de aquellos se les hizo mención de condición racial, solo a Obama se le ha recordado la cantidad de melanina que tiene en su piel.
«Negro, ¿tú eres sueco?» es un refrán que forma parte del patrimonio oral racista de Cuba y quizás también de otros países del área. Es una frase, diría yo, lapidaria, que pone en entredicho lo expresado por una persona negra a partir de su identidad y cuya conclusión es: tu color de la piel te condena y habla por ti y no muy bien.
Ante el uso tan impertinente de la mencionada frase, usada como título y en cuerpo del artículo, no me queda más que reflexionar sobre la intención de poner a una persona negra en el «rol de racista» y publicar el artículo en la prensa en papel. Sin dudas, un movimiento premeditado que intenta manipularnos porque «si lo dice un negro debe ser así». Sin embargo, lo más deleznable es que pretende que nos fajemos entre nosotros, gente negra.
Y yo solo pienso que Eloy Argudín es un pobre hombre que no sabe para quien trabaja. Y yo era la que tenía el complejo de inferioridad…
Foto de portada: Elena Martínez
PS: Cinco minutos después de subir este texto quitaron el artículo racista. Comienzo a esperanzarme… Otro mundo es posible.
Reproduzco el artículo entonces:
Negro, ¿tú eres sueco?
Jueves, 24/03/2016 12:12 PM
Hace apenas unas horas, La Habana fue escenario de lo que, sin lugar a dudas, constituye la noticia más importante en mucho tiempo. El presidente de los Estados Unidos visitó la capital de las Mayor de las Antillas para encontrarse con su homólogo cubano y su pueblo, lo cual -por inusual e incluso improbable hasta hace relativamente poco tiempo-, califica como acontecimiento histórico, llamado a marcar un antes y un después en las relaciones entre dos naciones protagonistas de un largo y enconado diferendo, e incluso, del devenir a escala planetaria.
Obama vino, vio, pero desafortunadamente, con el pretendido gesto de tender la mano, también quiso vencer. Nadie, en su condición de inquilino de la Casa Blanca, ha hecho tanto como él en busca del acercamiento, normalización de los vínculos, y levantamiento del bloqueo; un gran mérito que mucho agrada, pero todavía en el orden práctico significa poco, con la añadidura de haber condicionado el avance a peticiones que laceran la soberanía, en cuestiones que solo a los del patio atañen.
Durante su estancia, elogio, ahora bien, sin importarle la acogida de los anfitriones y su condición de invitado, mucho más allá del reconocimiento, optó por criticar y sugerir, con sutilezas, en una velada, pero a la vez inconfundible, incitación a la rebeldía y el desorden, sin importarle estar en morada ajena. No cabe dudas, a Obama se le fue la mano. No puedo menos que decirle –al estilo de Virulo- “¡Pero Negro, ¿tú eres sueco?!”
Fuimos muy corteses, incluso al punto de dejarle hablar a solas (y a sus anchas) con los enemigos dentro de la propia casa, a fin de cuentas, está en contra del inhumano y cruel bloqueo; es una lástima que viniera a darse cuenta cuando ya está por finalizar su segundo mandato, y no tiene chance para otra reelección.
Como ha dicho el propio Obama, levantar el bloqueo resulta la mejor manera de ayudar a los cubanos, sin embargo sigue vigente, y si bien el presidente norteamericano no puede abolirlo sin la anuencia del Congreso, si puede vaciar –en buena medida- su contenido, con solo hacer valer sus facultades ejecutivas.
¿Gestos? ¿Cuáles? No es Cuba quien tiende un cerco económico en torno a Estados Unidos, tampoco le agrede o ejerce presiones financieras. ¿Asumir un modelo democrático al estilo yanqui que le es ajeno? ¿Libertades? ¿Cuáles? ¿La que disfrutan los (policías) blancos para masacrar a mansalva a cualquier afrodescendiente?
En cambio, si de verdad existe interés de lograr la normalización, el bloqueo y la ocupación de una porción de Guantánamo, son inadmisibles.
En ambos casos, es decir el levantamiento y la devolución, es lo que corresponde hacer desde el punto de vista legal, amén de que el bloqueo además es cruel, inhumano, genocida, “anti-ONU, anti-Derecho Internacional”; el retorno de la porción usurpada, gesto de bravuconería, alarde de fuerza. Estados Unidos no debería perder la oportunidad de reparar tamaños desprestigios y actuar en correspondencia con el discurso de su mandatario.
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