- No existen mujeres de segunda: No es posible pensar que una esposa tiene más derecho a denunciar, y por tanto mayor credibilidad, que una mujer que tuvo una relación «irregular» con un hombre. Sepa Ud. que todas las mujeres, independientemente del rol que ocupen, son susceptibles de vivir maltrato, acoso, abuso, violencia de género en cualquiera de sus modalidades, pues la misoginia es inherente al patriarcado. La violencia machista no discrimina entre «santas» y «putas». TODAS ellas, sin excepción alguna, tienen derecho a una vida digna, sin abusos, maltratos, sin violencia, independientemente de qué o quiénes sean. Si consideras que una mujer abusada tiene que tener ciertos comportamientos para que su testimonio sea creíble, estás anteponiendo tu juicio moral a lo que realmente está en juego aquí: la dignidad humana. Y eso no es justo, ni ético.
- Existen países en los cuáles no es la víctima quien tiene que demostrar que ha sido agredida, sino que el victimario tiene que probar que no ha cometido delito alguno. De esa manera, se protege a la mujer del escarnio, de la revictimización, de tener que presentar ella las pruebas. Es un sistema mucho más justo, teniendo en cuenta que los cuerpos policiales, los tribunales y otras instancias están plenas de hombres, lo cual pone en desventaja a las mujeres.
- Las mujeres abusadas pueden permanecer la vida entera sin denunciar, sin contar lo vivido ni siquiera a las personas más allegadas. Que lo hagan en algún momento no debería ser leído como una señal de oportunismo, sino como liberación, además de que puede constituir una muestra de apoyo a otras posibles víctimas. Además, es usual que las mujeres nos sintamos, cuando menos, responsables de lo que otras personas van a sentir a partir de nuestro testimonio, como si tuviéramos que cuidar más al resto que a nosotras mismas. Esto también constituye un impedimento a la hora de denunciar.
- Aún después de haber denunciado (ya sea en los medios o en una comisaría), la sensación de miedo persiste. Cuando se han vivido años bajo amenaza, se sabe que hablar del tema puede implicar más violencia. Muchas mujeres han sido fuertemente golpeadas o han sido incluso asesinadas luego de que han denunciado y no han recibido la debida atención y protección por parte de las autoridades. Muchas niñas y adolescentes han encontrado nulo apoyo en su familia, cuando han dicho que su papá, su padrastro, su tío o un conocido las violaba. En muchas ocasiones se les ha reprochado por no ha haber guardado silencio. Por otra parte, muchos abusadores preguntan constantemente a las víctimas si han hablado con alguna persona sobre la situación y les obligan a permanecer en silencio. Por tanto, no subestimes el proceso que lleva a una mujer a abrir, finalmente, su boca. Ha sido y será doloroso, aún después de decirle al mundo su verdad.
- El abusador, acosador, maltratador, golpeador, victimario puede ser una persona de conducta social intachable, reconocido, famoso, simpático, etc. Hay estudios que muestran que ni la clase social ni la pertenencia racial son variables a tener en cuenta a la hora de establecer un perfil del abusador. Es más, se puede ser poeta como Pablo Neruda o un célebre académico como Jorge Domínguez, y se puede también ser un violador, como el Nobel de Literatura chileno, o un depredador sexual, como el exprofesor de Harvard. Le sugiero, entonces, que deje de romperse las vestiduras defendiendo a un hombre acusado de agresor, mucho más, si Ud. es mujer. Primero piénselo dos veces. Y si no le es suficiente, intente ponerse en el lugar de la víctima. Si tampoco eso le basta, recuerde a aquel novio que, a pesar de Ud. haber dicho que no quería, la forzó a tener relaciones sexuales. Quizás logre, desde su propia herida, llegar a ser empática.
- Ninguna mujer aguanta porque «le gusta que le den» o que la maltraten. Las mujeres abusadas no son «masoquistas» . El masoquismo tiene que ver con el erotismo, como una forma consensuada de obtener placer. Aclarado esto, vale la pena decir que muchas mujeres permanecen en una relación abusiva por múltiples razones: temiendo no encontrar apoyo al denunciar, preocupadas por los juicios de valor que vendrán en su contra, o para proteger a otros familiares y personas allegadas, entre muchas otras. He conocido a madres que por el bienestar de sus hijes han mantenido una relación de años con su maltratador. Y a otras que, para continuar en su puesto de trabajo, han tenido que soportar al jefe que las acosa sexualmente. Cada quién sabe lo suyo y Ud. no es la medida de todas las cosas, por lo tanto, deje de dar consejos, de hacer valoraciones, o de decir a los cuatro vientos lo qué Ud. habría hecho si estuviese en el lugar de la víctima. Es deshonesto e irrespetuoso.
- Vivir en situaciones de violencia machista, ya sea física o simbólica, psicológica, económica, etc, implica la existencia de daños y traumas. Las mujeres intentan seguir sobreviviendo como pueden, con los recursos psicológicos que poseen. A muchas de ellas les cuesta establecer luego relaciones de confianza y entrega. Es difícil construir nuevas relaciones amorosas cuando se ha sido víctima de violencia de género y se ha vivenciado que quien dice amarte también te puede abusar y hasta matar.
- Decir «Yo sí te creo«, no viola la presunción de inocencia de ningún posible agresor, porque no es él quien está, en esta ocasión, en el centro de la situación, sino la víctima. En la mayoría de las sociedades, a ella se le presiona para que demuestre que no está mintiendo, cuando podría ofrecérsele, desde el inicio, el beneficio de la duda, como se hace con la persona acusada. Como vivimos en una sociedad misógina, son las mujeres las vilipendiadas, revictimizadas, aleccionadas, nuevamente violentadas. Recordemos que las leyes y los sistemas jurídicos reproducen el sexismo y la misoginia, dado que han sido construidos respondiendo a una lógica machista y de subordinación de las mujeres, pues han sido los hombres quienes han participado, mayoritariamente, en la creación y establecimiento de estos sistemas. Cuando a la mujer víctima de violencia se le acompaña en el proceso de denuncia, se crean redes de apoyo seguras que velan por su integridad física y emocional, se está ayudando a que muera una mujer menos a consecuencia de la violencia machista.
- La existencia en Cuba de una ley contra la violencia machista permitiría establecer un programa de atención integral a las víctimas, donde desde el portero de la estación de policía hasta los profesionales de diversas ramas sepan cómo conducirse ante un caso puntual, qué apoyo brindar, cómo recoger la denuncia, por qué es importante que sean mujeres quienes atiendan estos casos, etc. Además se establecerían redes formales de apoyo a las víctimas. La misoginia es estructural por tanto, la violencia de género lleva un abordaje a todo nivel, desde las bases de la sociedad, entiéndase desde y en instituciones como la familia, la escuela, etc, hasta los gobiernos, estados, etc.
Foto: Kat Jayne de Pexels
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